Grandes momentos del Hay Festival 2013
Las primeras emisiones del Hay Xalapa fueron notables por la novedad y calidad de los presentes: Martin Amis, Richard Ford, Niall Ferguson, Michael Nyman en la primera edición; J. M. Le Clézio, Wole Soyinka, Enrique Vila-Matas, Jon Lee Anderson, en la segunda. La tercera edición 2013 tenía como atractivos a Derek Walcott y Jody Williams, premio Nobel de la Paz. Al no asistir Walcott podría decirse que el festival perdió parte de su atractivo. No fue la única ausencia, pero sí la más notable.
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Uno de los temas de discusión que suscita el Hay Festival y para el cual aún no se establece su correspondiente conversatorio es qué se entiende por visitantes y asistentes. Desde su fundación los responsables arguyen el éxito por el número de visitantes. Sin embargo dado que nadie ha observado hordas de turistas por las callejuelas de Xalapa —ovnis sí se han observado, lo que indica que en Xalapa es más fácil entablar contactos del tercer tipo que atraer turistas culturales; se especula a qué se referirán con el concepto de visitantes. En consecuencia hay varias teorías. Se sabe que, ante la falta de sinónimos, turista o visitante se ha convertido en sinónimo de asistente. De modo que cuando escuchamos que al festival vienen miles de visitantes, entendemos que se refieren a los asistentes. De este modo el 60% de los miles de asistentes lo aportan los conciertos musicales. Ignoro si no han considerado un baile masivo, lo que incrementaría indudablemente el número de asistentes por reportar. Con todo, las autoridades continúan hablando del festival como un exitoso programa que convoca a miles de turistas en Xalapa durante la primera semana de octubre.
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De los misterios del Hay Festival: la ocupación. Los medios ya sentenciaron a través de la unanimidad: más de 30 000 visitantes en Xalapa, lleno total en la ocupación hotelera. Imposible desmentir tales cifras, sobre todo si los propios hoteleros avalan esa numeralia. Ya que en la nota de Radio Fórmula se habla que hay 5, 000 habitaciones en la región; ¿cómo hospedaron a los 30 000 visitantes?. He pasado varias tardes debatiendo con reconocidos expertos y unos aseguran que muchos turistas se regresan el mismo día y que otros comparten cama. Muchos vienen en pareja, me dicen. Otros aseguran que han visto a turistas pernoctando en tiendas de campana entre los vericuetos del parque Juárez para ser los primeros en comprar boletos cuando abren las taquillas.
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El Hay es un festival franquicia y las franquicias funcionan igual sean entes abstractas y creativas, como lo es el Hay Festival, o expendios de hamburguesas. Al Hay, como reseñamos, le interesaba no perder la plaza de México y no sólo afianzar la presencia en Latinoamérica sino evitar la pendiente húmeda en que se encontraba tras la pérdida de la sede en Granada por falta del principal patrocinador. De ahí que este festival, cuyo costo en Zacatecas rondaba el millón de dólares sólo en pago de derechos, según confía uno de los organizadores de aquel entonces, persiga ante todo quien adquiera la franquicia y la sustente. Y si es un negocio, la responsabilidad de obtener ganancias no es de quien vende la franquicia sino de quien instaura su changarro bajo tales insignias. No es al Hay Festival a quien le corresponde causar ganancias, ellos cumplen ofreciendo un programa semejante al que se presenta en las otras sedes, es a sus clientes a quienes les debe interesar obtenerlas. O bien costear las pérdidas si aporta algo más. El Hay es aunque sea una franquicia una entidad intangible y abstracta y como tal sus beneficios seguramente serán intangibles, abstractos y ya que nos ponemos conceptuales, hasta metafísicos. En México, según lo ha confesado la propia directora, el financiamiento del festival depende en un 70% de dinero del erario; en Europa, el financiamiento público apenas cubre un 40%.
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Converso con uno de los organizadores del primer Hay Festival en México. Asegura que su costo supera el millón de dólares por concepto de derechos, más lo que se suma por hospedaje, alimentos, promoción, todo lo cual corresponde al gobierno anfitrión. Salgo con una duda: ¿el festival es redituable? Y si no lo es, si no da dinero, entonces ¿qué ofrece?
Prestigio, nimba a quien lo soporta —anglicismo que elijo porque connota no sólo patrocinio sino un poco más; le imbuye por ósmosis las cualidades liberales de la palabra, la imaginación, la libertad. La buena ondez. Como xalapeño uno entiende la necesidad de contar con un festival de esta envergadura. La ciudad capital zozobra en la burocracia, en la recesión, la inseguridad y la falta de empleo. Carente de industria, su comercio medra a la a veces tupida, en muchas rala, fronda de la burocracia. Sin dinero de la hacienda pública es difícil si no imposible mover a esta ciudad. A diferencia de ciudades del Bajío y el norte no contamos con una feria ganadera ni agrícola ni industrial. Ni siquiera una feria del calzado, sex shops o dulces de leche. Había festivales pero la falta de promoción y de dinero los dejaron morir. Sería maravilloso que se lograra un gran festival nativo, aunque quizá ya lo tenemos y no lo hemos visto –el JazzUv. El proyecto de convertir a Xalapa en una ciudad próspera gracias al turismo cultural debe de ser el proyecto peor llevado pues esa intención y propuesta tiene más de quince años y Xalapa sigue sin explotar su potencial de ciudad culta.
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DEBEMOS VER finalmente al Hay Festival Xalapa como una exitosa transformación: de un festival de relevancia internacional a acontecimiento local. En las primeras emisiones interesó a la prensa extranjera. Ahora se logró que las notas fueron la mayor de las veces boletines. Todo un logro de gestión.