El tao y el éxtasis: Diego Salvador Ríos
Conocí a Diego Salvador una mañana soleada en su estudio ubicado en la colonia Juárez. Para ese entonces lo consideraba un personaje misterioso, esquivo, quizá un tanto huraño, desde que nos habíamos coincidido en una reunión. A comienzos del año pasado me extendió una invitación inesperada a una exposición que él mismo curó. Semanas antes, un gremio se articuló para emitir una serie de quejas y denuncias en torno a su vida personal. El group show parecía destinado al hundimiento. 1 A pesar de todo, el montaje salió impecable. Permaneció quien poca o nula relevancia concede a reclamos morales. Destacaba Rocío Boliver “la Congelada de Uva”, legendaria porno-performer. La “Conge” prestó su video Sonata for pussyphone and voice Op.69 (4 movements), que se reproducía en una Mac solitaria situada en una mesa en medio de la sala. En el performance, Boliver, vestida con garbo, interpreta música culta con sus pedos vaginales, acompañada de una intérprete vocal coreana visiblemente incómoda. Era lo único que se escuchaba en la sala. Ríos colocó flores e incienso junto a la puerta. Impasible, llevaba una camisa holgada de cholo, con estampado de dragones, unos jeans y unos tenis desgastados.

Vista de exhibición: Is self-caring while relying on others a certain kind of friendship? How to responsibly relate with?, or , Self-caring for an unfazed insidious, or, Timezones and why don’t humans care about hectic dreams while making a big effort for self-caring?, or, Self-caring while infinite scrolling and remembering when got drift out of my skin on a dream I had while procrastinating when trying to write my sketch about Mexican Yvng Artists Pt.1 like a trompe-l’œil , or, For an overstimulated & overstuffed overload, or,. 27 Feb — 20 Abr, 2021. Bajo los auspicios de n/a/s/l @nameagesexlocation. Curaduría de Diego Salvador Rios con la asistencia de Pablo Cendejas, Reilly Davidson y Mercedes Gómez. Fotografía: David Cruz. Cortesía de n/a/s/l @nameagesexlocation.
Venía a cuento aquella frase de H. G. Wells: moral indignation is jealousy with a halo. La fobia a la incorrección política y la cultura de la cancelación han sido dos males que han atrofiado al ecosistema del arte, supeditando la calidad de las obras a la neurosis de lo que es “correcto” y lo que supuestamente quieren las minorías a través de cuotas de inclusión hipócritas. No es de sorprender que la producción artística local se sienta debilitada por culpa de lo woke. 2 Por otro lado, era difícil generar una impresión definitiva de Ríos. Opté por no indagar para no emitir una sentencia con base en prejuicios y rumores, pues resulta injusto tratar a un ser humano a partir de opiniones ajenas.

Diego Salvador Rios. Retrato de mis padres (parasiempre) de la serie Retratos Familiares, 2011. Acrílico sobre madera y acta de nacimiento del artista. 82 cm x 63 cm. Parte de la exposición individual Nunca Godo en Lodos, 2017. Fotografía: PJ Rountree. Cortesía del artista y Lodos, CDMX. Colección Privada.
Lo cierto es que la obra de Ríos, sin caer en el solipsismo, destaca en el panorama por arrojar cuestionamientos sobre su propia identidad enunciados en primera persona. Así lo hizo en la exposición individual Nunca Godo (LODOS, 2017), que fue, en palabras del autor, una exploración sobre la consciencia de clase, un autorretrato que nos adentraba en su mente, una historia del ser. Su primer pasaporte, su cartilla militar, identificación personal, cartas y recados cubrían los muros como stickers sobre los muros de la galería. Ríos incluyó, además, la primera pintura de su carrera, Retrato de mis padres (parasiempre) (2011), acaso el corazón de su genealogía personal contada a través de objetos personales. El suéter de su abuelo, la cartera de su padre y unas botas personales usadas por varios meses en el desierto.

Vista de exhibición: Nunca Godo, exposición individual de Diego Salvador Rios en Lodos, 2017. Fotografía: PJ Rountree. Cortesía del artista y Lodos, CDMX.
Semanas después de nuestro primer encuentro en la Juárez, Diego me invitó a visitar otro estudio en Coyoacán que empleaba a la par de Praga, que para entonces ya era, en teoría, un espacio de exhibición independiente llamado name/age/sex/location. La hora de la cita se iba postergando. Me recibió pasada la medianoche. No reveló la ubicación exacta del lugar sino hasta que llegué a la calle de Tata Vasco. Era una casa grande y colonial, con un vasto jardín, construida de piedra volcánica. Me invitó a pasar en la oscuridad de la madrugada.

Diego Salvador Rios. weedland, 2019-21. Óleo, carboncillo, grafito, pintura encáustica y sello con herraje para marca de ganado sobre piel. Parte de la exposición colectiva A Celebration of the Untouchable en im labor, 2021. Curaduría de Pablo Cendejas. Fotografía: Toru Otani. Cortesía del artista e im labor, Tokio. Colección Privada.
Diego pintaba en una habitación estrecha que alguna vez fue la biblioteca, ahora con un enorme y vacío librero de caoba. Decoró con sobriedad una pequeña parte de los muros blancos. Hizo una especie de altar, con un sacapuntas con forma de cachucha blanca en una envoltura de plástico adherida a la pared. Esa baratija china se convertía en tótem, junto con unas banderas tibetanas y un flyer de “🗻”, su primera exposición en París. Extendidas sobre el piso había unas pieles de ganado vacuno sobre las que pintaría una nueva serie. “¿Cómo así, Pini?”, pregunté. “¿A poco te vas a poner a pintar aquí frente a mí?” “Simón, güey”, respondió.

Diego Salvador Rios. A Hello Kitty persecuted by its ghouls walks its Hello Kitty persecuted by its ghouls on a leash, 2018-21. Acrílico y carboncillo sobre papel. 21 x 19.5 cm. Parte de la exposición colectiva A Celebration of the Untouchable en im labor, 2021. Curaduría de Pablo Cendejas. Fotografía: Toru Otani. Cortesía del artista e im labor, Tokio.
Como una especie de Buda, se sentó en el suelo en posición de flor de loto. Alineó la coronilla y acomodó los huesos de las nalgas. Crayones y óleos desperdigados por el suelo. Poco a poco, caprichosa y espontáneamente, aplicaba plastas de color; a veces rayaba la tela en un trance esquizoide; más adelante venían ocasionales momentos de ausencia mental y mutismo. Con fanfarronería juvenil presumía los tonos que minuciosamente escoge para sus creaciones: blanco de titanio, blanco de zinc, blanco de plomo; blanco subcapa, blanco para mezclas, blanco nacarado; diferentes óleos blancos marca Winsor & Newton, Talens, Atl. Al elegir los crayones, prendía un encendedor sobre la punta del crayón hasta que la flama hacía caer la cera ardiente sobre la tela, salpicando cual chorro de esperma.

Vista de exhibición: A Celebration of the Untouchable, exposición colectiva en im labor, 2021. Curaduría de Pablo Cendejas. A la derecha: Obra de Samuel Nicolle. Fotografía: Toru Otani. Cortesía del artista e im labor, Tokio.
El resultado fue, en esencia, paisajístico. La obra estaría finalizada hasta ser rematada con un sello de hierro de silueta cannábica que Diego planeaba atizar al calor de la chimenea para marcarla de por vida, devolviendo el soporte orgánico a una nueva existencia. No debemos olvidar que se trató de un animal vivo y quizá sea aquel el sentido ulterior de la pintura: el trayecto que conduce de la vida a la muerte; la reencarnación es, por otro lado, un tópico que, aunque no fue introducido de manera oficial por el cristianismo y perduró en movimientos teosóficos y rosacruces. 3 Reencarnación y narcotráfico: Weedland (2019-21) es, además, una de las primeras obras en la historia del arte mexicano reciente (si no es que la primera) que, desde el minimalismo pictórico, aborda el tema de los campos de cultivo de marihuana en México. 4 La obra de Ríos se modula, sí, por una parte, desde un aspecto social, pero es aún más contundente su cualidad metafísica.

Diego Salvador Rios. Paisaje (de la serie Paisajes I), 2016-7. Cera de abeja y parafina sobre madera. 23 x 15 cm. Paisajes I es una serie de 13 pinturas encáusticas. Parte de la exposición individual Nunca Godo en Lodos, 2017. También formó parte de la exposición colectiva Casa Tomada (2018), curaduría de Anna Roberta Goetz. Fotografía: PJ Rountree. Cortesía del artista y Lodos, CDMX. Colección Privada.
Esa madrugada llegó el dueño de la casa ataviado con unas pantuflas de diseñador. La solitaria biblioteca de la casa se transformó ipso facto en una caja de humo. Entre los trabajos que Diego nos mostró estaba una composición muy escueta que realizó sobre un folleto de papel: A Hello Kitty persecuted by its ghouls walks its Hello Kitty persecuted by its ghouls on a leash (2021), donde Hello Kitty pasea alegre a su hija engendro. No queda claro si escapan o atraen a la manada de demonios necrófagos. La carita feliz que suple al sol anula la cualidad narrativa y la mimesis compositiva. Este pequeño dibujo exhibido en Tokio (2021, IMLABOR) me permitió entender la lógica de lo irracional en su obra, donde prevalece el sentimiento por encima del pensamiento. La Kitty que reproduce en sus dibujos no parte de la cita intertextual ni de la apropiación, sino de la reminiscencia: es evanescente sin ser fiel al original. Esta bebe de la imaginería oriental y el japonismo reinterpretado desde nuestro contexto a la manera de Tablada, quien importó el haiku en la vanguardia hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX. 5En otro dibujo, una rana lleva en la mente a otras dos: un padre rana rememora a la madre y al hijo. Las imágenes de Diego Salvador Ríos son de perturbación y ternura.

Diego Salvador Rios. Paisaje (de la serie Paisajes I), 2016-7. Pintura encáustica sobre madera. 13 x 10 x 4.4 cm. Paisaje (de la serie Paisajes I), 2016. Pintura encáustica sobre madera. 13 x 10.3 x 4.7 cm. Paisajes I es una serie de 13 pinturas encáusticas. Cortesía del artista y Colección Patricia Martín.
Una noche en el estudio de Coyoacán llegó un galerista y empezamos a cotorrear con Diego. “Anda, Pini, no seas gacho. Subasta la Kitty. Pinche Rothko de nuestra época”, bromeaba el galerista. Diego de plano se rehusaba. Sin embargo, le había prometido regalar el sello para que finalizara Weedland. Enseguida emprendería una nueva serie de cartonería y chatarra, Devotional kismet. Su título proviene del término “kismet”, término derivado de la palabra “qisma”, y que en una de sus acepciones significa “fragmento” o, bien, “destino” o “fe”. En esencia, la premisa es pictórica, pero el procedimiento es conceptual. Alquímico, diría yo, pues la materia vil se convierte en oro. Importa más el gesto que la búsqueda de un resultado material definido. Inmanencia, no trascendencia. Diego improvisó para mí una pequeña obra de cartones y una fotografía suya engrapada con restos de silicón. Viene firmada con una dedicatoria en la parte de atrás: “para juanpablozZzzZDSRE”.

Diego Salvador Rios. Paisaje (4 colores), 2016. Lápiz de cera y sticker sobre papel. 21.5 x 12.5 cm. Parte de la exposición dual Selected Drawings junto a Elsa-Louise Manceaux presentada por Lodos en Ruberta, 2018. Fotografía: Francisco Cordero-Oceguera. Cortesía del artista y Ruberta, Los Angeles.
Vinieron varios encuentros más, acompañando a Ríos mientras pintaba su serie Weedland. En esas fechas me invitó a montar starmix:4, una exposición esotérica en su estudio en Praga. En la apertura se aventó un set Julia Hernández, la bajista que tocaba en la tianguis sexo-disidente antes de que empezaran las broncas con la policía y los vendedores ambulantes. Julia fue y ha sido una gran influencia desde entonces: su ejecución musical, acompañada de su amiga Lara, ahora conocidas como “Las She Crazy’s”, opera desde una resistencia y una disidencia verdaderamente radicales. La noche de la inauguración me despedí de Diego medio abrupto, yo creo que tratando de evadir el resultado triste de una recepción con menos de treinta visitantes. Además, andaba con el corazón roto y no tenía ánimos de seguir la fiesta. A pesar de su insistencia, Diego aceptó dejarnos ir al Rulo y a mí, y se fue con Julia y el prodigioso pintor Joffa al Centro de Salud.

Diego Salvador Rios. HK trying to levitate above it all while remaining sited and contained within the space (We have hopes because we have love. Made in china), 2016. Lápiz de color y marcador permanente sobre papel, bolsa de plástico encontrada. 21 x 30 cm. Previamente participó de la exposición individual Pet Peeve en Lock Up International, 2016. En la imágen parte de la exposición colectiva bexpo11 presentada por bexpo y n/a/s/l @nameagesexlocation, 2022. Fotografía: David Cruz. Cortesía del artista y n/a/s/l @nameagesexlocation.
Al día siguiente intenté llamarle por teléfono pero no contestó. Creí que se había enfadado conmigo, aunque también tenía entendido que Ríos adopta comportamientos de ermitaño. Tenía un presentimiento raro e hice varios intentos más, todos en vano. Cuando reapareció 48 horas después, se encontraba en un estado de amnesia. La noche que se fueron a aquel antro sobre avenida Monterrey —conocido por sus sets de new wave y post-punk, sus ríos de coca y su vibra decadente—, Diego consumió clonazepam, xanax, mota, éxtasis y alcohol. Mientras bailaba, empezó a escuchar demasiado ruido en su cabeza. En algún punto Diego colapsó. Yació inconsciente en el piso casi quince horas. No sé cómo, pero salió ileso.

Diego Salvador Rios. ✴🖤 #recentdrawings #contemporaryoppressionsystem, 2017-21. Técnica mixta sobre papel. 21 x 12.5 cm. Cortesía del artista. Colección privada.
La atmósfera de starmix:4 era sensual, de patchouli y tarot. Durante el periodo que recibimos visitas en las mañanas, yo juntaba monedas para comprar chilaquiles en una marisquería a la salida del metro Sevilla. Con el sol de verano cuidamos las piezas como si fueran parte de un hermoso jardín. A veces no traíamos feria y aún así nos alcanzaba para una dona de la Esperanza o para un porro afuera de la Suavicrema. Al filo de la medianoche, cuando los trabajadores sexuales salen a buscar cariño pasajero y condicionado, cerraba con cuidado el pesado portón del estudio. En nuestras conversaciones matutinas leíamos pasajes de De profundis de Wilde en voz alta (donde Wilde concibe a Jesucristo como el primer artista romántico), aquella bellísima epístola que escribió durante su encarcelamiento. Después, Diego meditaba sobre la existencia, sobre el conatus, idea motriz que impulsa su obra, concepto que atañe la potencia de vida inherente al ser, lo que hace el humano para no morir. Del pensamiento spinoziano se deriva la idea de concebir a las criaturas animales como efectos derivados de esa misma potencia.

Diego Salvador Rios. Le Miroir des âmes simples anéanties et qui seulement demeurent en vouloir et désir d’amour, 2022. Marcador permanente y bolígrafo sobre papel. 10 x 15 cm. c/u. Cortesía del artista.
El filósofo panteísta, señala Michel Onfray al sintetizar el pensamiento de Spinoza, es aquel “para quien el creador y su criatura constituyen una única sustancia aprehendida de distintas maneras”.6Deus sive natura. Además de Spinoza, Ríos reconoce una deuda con el pensamiento de Heráclito y Parménides. Pero las fuentes clásicas y pre-clásicas están atravesadas por el internet y las comunidades digitales. El de Ríos es un panteísmo panpsiquista posmoderno que esboza una alegoría sobre el imaginario latinoamericano y el tercer mundo, tal como ocurre en el libro Perros héroes de Mario Bellatín, donde el protagonista, un entrenador de perros paralítico, permanece recluido en una habitación donde hay un “gran mapa de América Latina donde, con círculos rojos, parece estar más desarrollada la crianza de Pastor Belga Malinois”, por lo que a ciertos visitantes “la presencia de este mapa los lleva a pensar en el futuro del continente”7Solo así se explica una exposición como (=ↀωↀ=) (LADRONgalería, 2015) donde el ethos panteísta hace de la presencia gatuna un acertijo a resolver, desde estampas de Kitty, dibujos, cartas y un ejemplar de la novela Soy un gato de Natsume Soseki.

Diego Salvador Rios. 👶🐸(babyfrog), 2017-9. Marcador permanente y lápiz sobre papel. 21.5 x 28 cm. c/u. Cortesia del artista.
En los días de starmix:4 estaba prohibido hacer desmadre porque, semanas atrás, Diego armó un rave con Paul Marmota y Dj Lord Voldemort para clausurar una exposición titulada 2B. Nos había caído un citatorio al juzgado cívico por parte de una vecina malhumorada que no podía conciliar el sueño; su queja nos imposibilitaba de escuchar música a todo volumen. Nuestra única opción era poner rolas en la Mac de Diego, donde reproducía de corrido sus playlists, desde ambient alemán hasta cóvers de Los Alameños de la Sierra. Cierta noche en la que abrimos starmix:4 comenzó a sonar una canción de la banda de rock mexicana ochentera Neón cuyo coro exclama: “un individuo desconocido / es el que solo sabe sentir / inteligencia no quiere adquirir / ¡solo, solo sentir!” La letra de la canción resonaba con Diego, precisamente porque él me ha parecido una persona que basa su vida en las sensaciones. Hedonismo, destrucción, meditación y purgación.

Diego Salvador Rios. Devotional kismet (más allá de todo entendimiento en términos conceptuales), 2021-2. Técnica mixta. 28 x 23 cm. Fotografía: Fer Gress. Cortesia del artista.
Destrucción, porque un sentimiento renegado perfora su obra, un dejo de marginalidad y callejerismo que hace del artista una especie de outsider para la sociedad y el circuito del arte (él vive en una pequeña habitación de azotea en el edificio familiar; en su reclusión, adopta un estilo de vida de monje). En efecto, Ríos había sido expulsado sistemáticamente de la escuela desde la secundaria. Fue expulsado, también, de La Esmeralda. Alguna vez, me contó, en los primeros años de su estancia en Tepoztlán, mientras grafiteaba en la calle, fue a dar a la cárcel, donde los policías lo humillaron y le robaron todo dinero que ganó al vender un cuadro (curiosamente, uno de los libros de cabecera de Ríos se titula L’art outsider). El naïf brutalista de Diego Salvador Ríos remite, en ocasiones, a la desmesura del art brut de Jean Dubuffet, proveniente, como se sabe, de la plástica que el pintor francés estudió y coleccionó producida por niños y pacientes psiquiátricos.

Diego Salvador Rios. Devotional kismet (más allá de todo entendimiento en términos conceptuales), 2021-2. Técnica mixta. 35 x 35 cm. Fotografía: Fer Gress. Cortesía del artista.
Podría decirse que el gesto de llevar la contraria nace de un impulso vanguardista. De acuerdo con el teórico Renato Poggioli, la vanguardia se configura, no solo como una declaración programática frontal a través de un manifiesto, sino también como una postura de antagonismo que se refleja en ocasiones en un primitivismo sui generis que refuerza en su lenguaje cierto infantilismo; no hay antagonismo más acentuado que el del mundo infantil y el adulto. La ingenua deformación del arte infantil conlleva, además, plantear un antagonismo frente al gusto del espectador burgués. 8El arte de vanguardia asedia la incomprensión, a expensas de ser ignorado y despreciado por el público general. Lo que la sociedad repudia y rechaza se traduce en el trabajo reciente de Ríos en una estética de lo deplorable, empleando el material, en ocasiones, como si se tratara de materia fecal, o incluso semen salpicado sobre la superficie pictórica. En When we will meet again? (2022), Ríos retoma discos compactos de música culta con la envoltura de Mixup para trazar dibujos con el chorro infantilizado de sus pinturas. Todo escurre y se derrite; nada permanece fijo.

Retrato de Julia Hernández tocando durante la inauguración de 2B un proyecto de Lourdes Martínez y Diego Salvador Rios, alojado por n/a/s/l @nameagesexlocation. Viernes, 30 de Abril de 2021. Pintura al fondo: Motoko Ishibashi. Rafa Bubble, 2020. Acrilico sobre lino. 112 x 96 cm. Fotografía: Raúl Aguilar. Cortesía de n/a/s/l @nameagesexlocation.
Lo eyaculatorio se asoma intermitentemente en sus obras. Son ensamblajes depurados que Ríos evacúa de su sistema. Su proceso no es muy diferente al del sistema digestivo. Es casi una forma de exhibicionismo cínico, como de quien asume la presencia del excremento y los genitales como parte de un proceso de autoconocimiento y autocontrol, en consonancia con las ideas de Peter Sloterdijk en su libro sobre el cinismo. Diógenes de Siope, filósofo-perro, es la figura fundacional, el primer pensador del éxtasis: “La Ilustración desilusiona, y allí donde se cierne la desilusión muere la autoexperiencia en el éxtasis, éxtasis que nos muestra en los momentos lúcidos quiénes podemos ser realmente”.9Porque Ríos, quien parece tan adepto al pensamiento filosófico, bien pudiera ser un filósofo presocrático, viviendo en la permanente contingencia, sometiendo su cuerpo a un eterno desgaste a través de experiencias extásicas. 10

Vista de exhibición: ~(=^‥^)ノ☆, exposición individual de Diego Salvador Rios en Ladrón Galería, 2018. Fotografía: Ivo Loyola. Cortesía del artista y Ladrón Galería, CDMX.
Un visitante frecuente de starmix:4 era Malcriado, artista sonoro estadounidense. Introvertido, de ojos verdes y quijada hombruna y definida, era como un personaje beatnik de casi dos metros. Llevaba el cabello al ras y pintado de verde. Iba por las calles del Centro Histórico comprando cachivaches y las revistas pornográficas más deleznables que ha producido la depravada mente del mexicano promedio. La segunda vez que lo vi estaba tambaleándose, cerca de perder el conocimiento. Solía inyectarse ketamina en el baño. A veces temía que cayera y sufriera un descalabro. Malcriado hacía harsh noise wall y power electronics en largas sesiones musicales con Ríos que duraban hasta la madrugada. Parecían dos místicos que llegan al rapto o al éxtasis a través del sonido casi insoportable, intolerable y aberrante que hacían con una serie de cables enredados y conectados de formas laberínticas. Los sonidos que generaba a través del HNW eran los mismos en su mente cuando se inyecta anestesia para caballos.

Vista de exhibición: ~(=^‥^)ノ☆, exposición individual de Diego Salvador Rios en Ladrón Galería, 2018. Fotografía: Ivo Loyola. Cortesía del artista y Ladrón Galería, CDMX.
Ríos pinta como produce música y viceversa. Bloques definidos en el espacio, sólidos, pesados. Cada trazo o plasta equivale a una nota musical, a veces disonante, como si se tratara de una composición atonal. La estructura se repite en su música, inspirada por el ambient, los raves, la escena underground y las visiones de Hildegarda de Bingen. Sigue su obra la pulsación de una “ética taoísta” donde prevalecen el silencio y el vacío. Como advierte Chantal Maillard, las artes taoístas tratan de reproducir el qi, el soplo, que conduce al dao la vía que conduce a lo esencial: no al conocimiento sino al des-conocimiento, al vaciamiento de sí. 11 Las pinceladas son espontáneas, depuradas; no buscan ser figurativas stricto sensu. Cito a Maillard: “el arte de trabajar con el vacío y los espacios en blanco es, sin duda, junto con la espontaneidad del trazo, la aportación más importante del taoísmo (…) No hay en la obra de arte taoísta, centralidad convergente, sino múltiples puntos de fuga que apuntan fuera del cuadro o relacionan entre sí los elementos”.12 El Tao Eterno nos conduce a un sentido de unidad que nos conecta con el Todo y confiere sentido a nuestra existencia.13

Diego Salvador Rios. ぁ (detalle), 2017. Lápiz de color, tiza y pluma pincel acrílica sobre mantel japonés para mochi. Parte de la exposición individual ~(=^‥^)ノ☆ en Ladrón Galería , 2018. Fotografía: Ivo Loyola. Cortesía del artista y Ladrón Galería, CDMX. Colección Privada.
Más pronto de lo que pensé, las jornadas de Praga perdieron su zen. Una noche de octubre, Diego me marcó por teléfono: “¿Juan Pablo? ¿Dónde andas? ¿Estás en tu casa?” La artista de performance Raquel Olmos estaba a unos días de presentar una “coreografía” siniestra donde se cortaba la muñeca derecha con una navaja trazando un pentagrama satánico, mientras Manuel Uthoff “Xau” dibujaba con líneas de cocaína una figura idéntica sobre un espejo (un famoso e irreverente artista mexicano de los años noventa no quiso entrar a la sala porque “no tolera ver sangre”). La escenografía, a modo de pop-up store, era obra de Federico Schott y su línea de streetwear Del Nazas. “¿Dónde estás, Juan Pablo? ¿Seguro que no abriste Praga? Dime la neta.” (Presentía lo peor.) “No mames. Se metieron al estudio a robar. Se llevaron todo, guey: mi compu, mi disco duro, mi consola, mi cámara. Todo. Me dejaron sin vida”.

Diego Salvador Rios. Carta de Ángela (de la serie Mis Objetos Personales), 2016. Objeto personal del artista (carta para Diego Salvador Rios de parte de su entonces pareja sentimental). 21.5 x 14 cm. Parte de la exposición individual ~(=^‥^)ノ☆ en Ladrón Galería , 2018. Fotografía: Ivo Loyola. Cortesía del artista y Ladrón Galería, CDMX.
24 horas después nos acompañó al Ministerio Público una galerista que tenía cierta cercanía con el proyecto. Fue una espera incómoda junto a un hombre con heridas en el rostro y cargos por doble delito de homicidio. Ella se marchó rápido y yo me quedé esperando a Diego para testificar hasta la 1 AM. Entonces recordé una anécdota que Diego me compartió en las sesiones de Tatavasco. En alguna ocasión, mientras asistía a una importante artista mexicana durante un viaje por Ciudad Juárez, ella le dijo al oído: Ser mi asistente podría costarte la vida, ¿aún así le entras? Él aceptó. Y yo le preguntaba a Diego que no entendía cómo por llevar un espacio de arte terminamos en el Ministerio Público y no me quedaba claro si el riesgo valía la pena. Pero quizá vivir del arte es algo así como vivir al borde de la muerte y aprender a perderlo todo. Mientras aguardamos la llegada del Licenciado, entre pilas de expedientes de delitos impunes, ese archivo muerto de nuestra burocracia negligente, evoqué al poeta Ryokan, que en el siglo XVII, tras haber sido despojado mientras dormía de su manta en manos de un ladrón, escribió:
Al ladrón
se le olvidó
la luna en la ventana
Los peritos jamás llegaron y el robo quedó, como era de esperarse, irresuelto (meses después, alguien ofreció darme pistas sobre las personas sospechosas, pero me advirtió que pondría mi vida en peligro si intentaba involucrarme). No sé cómo nos repusimos a la humillación del robo. Nos mantenía a flote la mota, los libros, el diálogo. En ese entonces Praga estaba en remodelación y albergaba, ya no pinturas, sino una escena de crimen deprimente. Prendía todas las mañanas una veladora con la imagen de Ignacio de Loyola. Alguna vez, ya entrada la madrugada, escuchamos en la cocina del estudio “Cuarto para las dos” de Liran’ Roll. Algo se sentía roto entre las grises y frías paredes de nuestro monasterio perdido en el barrio coreano: “la conocí en estado de ebriedad / y yo le dije así: / ‘vamos a caminar al río de la luna’”.
En The Frontiers of Paradise: A Study of Monks and Monasteries, Peter Levi afirma que, a diferencia de la contemplación, la meditación se enfoca siempre sobre imágenes o frases, y es, por naturaleza, discursiva. La meditación es parte fundamental de la práctica de Ríos. En efecto, a comienzos de año realizamos senderismo en las montañas de Tepoztlán. Estábamos en las entrañas del bosque y anochecía. Trepamos las ramas y las rocas como podíamos, con miedo de caer. Diego iba unos metros arriba que Alex, mi novio, y yo. Por más que le pedíamos que descendiera, insistía, con temperamento romántico, en fumar marihuana en la punta de la montaña. El arte es devoción y, como resultado, de la obra se abre una lectura teosófica.
La vía para la iluminación se resume en sistemas tripartitos:
vida/arte/poesía;
naturaleza/arte/metafísica;
virtud/arte/amor.
La obra de Diego Salvador Ríos parece motivada por un anhelo de virtud que en última instancia se corrompe ante la arrolladora fuerza de los excesos. Persigue una ascensión espiritual, una comunicación con la divinidad y una búsqueda de la beatitud a través de la oración. Para una exposición reciente en Frankfurt, escribió: “From the depths of the blue-hearted forests / I sent this prayer / for world’s wellness and plenitude”. En la acechanza de la vía virtuosa, Ríos equipara la práctica artística con una forma devocional cuasi monástica. Si el artista es un monje, la obra es entonces un misterio cuya definición no puede contener el lenguaje. San Agustín se enfrentó a un problema parecido al intentar definir el tiempo en el libro XI de sus Confesiones: “¿Qué es, pues, el tiempo? Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”. 14

Diego Salvador Rios. When will we meet again?, 2022. Óleo sobre objeto encontrado. 14 x 12 cm c/u (Díptico). Parte de la exposición colectiva bexpo11 presentada por bexpo y n/a/s/l @nameagesexlocation, 2022. Fotografía: David Cruz. Cortesía del artista y n/a/s/l @nameagesexlocation.
Entre más intento dar explicación al trabajo de Ríos, con mayor razón sostengo que la amistad y el aprendizaje, la enseñanza y el afecto, valen más que cualquier prejuicio. Reconozco que es uno de los mejores artistas de su generación; no por nada ha cultivado una valiosa carrera en el extranjero. Escribir sobre su obra y testimoniar esta crónica me orilla a preguntar: ¿quién va a relatar los n/hombres del arte que han sido relegados por las buenas conciencias?
Abril 15 (ENO TOKIO) – Julio 24, 2022, Ciudad de México

Retrato de Diego Salvador Rios instalándose para tocar como FEM (Raquel Olmos, Malcriado, Diego Salvador Rios) durante la primera edición del Festival SOUND + en el Museo Anahuacalli – Diego Rivera, CDMX. Sábado 13 de Noviembre 2021. Fotografía: Josué Medina R. Cortesía de FEM y SOUND + .

Nico Colón & Diego Salvador Rios. Rey in his garden joined by Princesa and Bissu (dreamers). Impresión de plata sobre gelatina por revelado de negativo de medio formato (120) sobre papel Kodak Endura. 2017-2019. 36 x 48 pulgadas. Parte la exposición dual — “We all are one, each other and ourselves; both are truth.” — “There is a tree, there is a ghost, and there is a grandma…” en colaboración con Nico Colón en Gern en Regalia, 2019-2020. Fotografía: Mario Miron. Cortesía del artista y Gern en Regalia, Nueva York.

Diego Salvador Rios. Medium P Community Pond Prayer (frente), 2021. Poema, técnica mixta. Dimensiones variables. Parte de la exposición colectiva Medium P Community Pond presentada por Medium P, 2021. Curaduría de Antonia Lia Orsi. Cortesía del artista y Medium P, Frankfurt.

Diego Salvador Rios. Medium P Community Pond Prayer (atrás), 2021. Poema, técnica mixta. Dimensiones variables. Parte de la exposición colectiva Medium P Community Pond presentada por Medium P, 2021. Curaduría de Antonia Lia Orsi. Cortesía del artista y Medium P, Frankfurt.
- Su título fue Is self-caring while relying on others a certain kind of friendship? How to responsibly relate with?, or , Self-caring for an unfazed insidious, or, Timezones and why don’t humans care about hectic dreams while making a big effort for self-caring?, or, Self-caring while infinite scrolling and remembering when got drift out of my skin on a dream I had while procrastinating when trying to write my sketch about Mexican Yvng Artists Pt.1 like a trompe-l’œil , or, for an overstimulated & overstuffed overload, or,
- La ensayista argentina Florencia Angilletta señala que “el problema de la cancelación es pensar que la condena social es infinita, mientras que el sistema judicial plantea límites, en la condena y en el tiempo.” Angiletta se pregunta: “¿Cuál es la idea de democracia por la que brega la cultura de la cancelación y cuál es su fantasía?” Ver Alexandra Kohan y Florencia Angilletta debatieron sobre la cultura de la cancelación”, disponible en línea, https://www.youtube.com/watch?v=LBhzX37V8EU.
- Armand F. Baker, “Antonio Machado y las galerías del alma”, Cuadernos hispanoamericanos, 306-307, octubre 1975 – enero 1976, disponible en línea, http://www.armandfbaker.com/machado.pdf.
- Lolita Bosch señala que “en los años sesenta la marihuana se popularizó en los Estados Unidos y los cárteles de México (…) Hasta entonces el tráfico de drogas se había dado en sitios como la Sierra Madre Occidental, donde algunos granjeros llevaban cultivando opio y marihuana y el contrabando era una actividad casi casi familiar”. Ver Campos de amapola. Antes de esto. Una novela sobre el narcotráfico, México, Hotel de las Letras, 2012, p. 89.
- Ver Seiko Ota, José Juan Tablada: Su haiku y su japonismo, México, Fondo de Cultura Económica, 2014.
- Michel Onfray, Los libertinos barrocos. Contrahistoria de la filosofía, III, trad. Marco Aurelio Galmarini, Barcelona, Editorial Anagrama, 2009, p. 253.
- Mario Bellatín, Obra reunida, México, Alfaguara, 2005, p. 323.
- Renato Poggioli, The Theory of Avant-Garde, Cambridge, The Belknap Press of Harvard University Press, 1968, pp. 35-36.
- Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica, trad. Miguel Ángel Vega, Madrid, Editorial Siruela, 2019, 284.
- Ver Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, trad. Ernestina de Champoucin, México, Fondo de Cultura Económica, 1960.
- Chantal Maillard, Las venas del dragón. Confucianismo, taoísmo y budismo, Barcelona, Galaxia Guntenberg, 2021, pp. 177-178.
- bíd.
- De acuerdo con Jean Shinoda Bolen, el Tao Eterno subyace a la teoría de la sincronicidad junguiana, fenómeno que explica las “coincidencias” o relaciones de causa y efecto entre acontecimientos externos e internos. La autora propone hermanar el pensamiento oriental, pues, con la psicología para reconciliarnos con una realidad espiritual y creativa. Ver El tao de la psicología, Madrid, Editorial, Kairós, 2008.
- San Agustín, Confesiones, Madrid, Alianza Editorial, 2011, pp. 325-326.