Tierra Adentro
Ilustración realizada por Axel Rangel

Dambudzo Marechera dijo que lo que Walt Whitman hizo por la literatura de Estados Unidos fue haber creado una sensibilidad individual, testaruda y desmesurada –que podemos imaginar encarnada en la figura de un joven poeta, pálido, pero varonil.1 Esta desmesura, dice el novelista y dramaturgo zimbabuense, reflejaba un dilema nacional ante el cual esa figura de poeta se convirtió en el ideal.2 Whitman redactó Hojas de hierba cuando Estados Unidos estaba al borde de la Guerra Civil, para expresar su convicción respecto a las ideas de democracia y nación, aunadas a la creencia en la existencia de una identidad individual y libre, que era capaz de resguardarse contra cualquier influencia o intoxicación del exterior, y al mismo tiempo identificarse con la multiplicidad de individualidades que habitan el mundo.3

Para alguien que se considera un extranjero respecto a su propia vida y la historia de su país, dice el novelista de Rusape, es natural responder con horror a cualquier literatura que exprese este tipo de ideas: «el inquisidor que habita el corazón humano y se niega a creer en Dios en términos humanitarios es conocido entre quienes han experimentado la guerra».4 Y aunque Whitman fue testigo de la guerra, de sus atroces antecedentes y consecuencias, no dejó de creer que el conflicto era necesario para resolver las tensiones dentro del país y éste pudiera alcanzar su fin de volverse una nación democrática y unida.5

El zimbabuense nacido en 1952 no cae en la trampa de este tipo de literatura, independientemente de dónde provenga. Por ejemplo, identifica el nacimiento de la sensibilidad individual, testaruda y desmesurada de Whitman en Europa, en Las penas del joven Werther, de Goethe. Marechera considera sospechosa esta literatura porque implica, en primer lugar, su clasificación según su cultura, idioma o país de origen, lo cual Marechera se niega a hacer; más bien, concibe a la literatura como un universo ideal y alternativo al nuestro, como una tarea que requiere que el escritor aprenda a ver. Si bien el autor cuenta que su crianza fue nefasta dentro del gueto y que desde entonces ha tratado de negar la realidad dolorosa de la historia concreta,6 su escritura hace visible lo invisible y, con ello, subvierte lo que la sociedad y los individuos dan por hecho.

Por ello, Marechera despreció el realismo y prefirió tomar «las venas del modernismo, el simbolismo, el futurismo que se habían desarrollado en la poesía»7 para transferirlos al lenguaje de la prosa. Y aunque siempre escribió en inglés, nunca dejó de señalar el tipo de encarcelamiento que significaba éste por ser la lengua impuesta: «aunque me enseñaron francés y latín en la escuela, he sido lo suficientemente anglicanizado para insistir neciamente en que un extranjero es alguien que no sabe inglés y cuyo idioma no vale la pena conocer».8

La traducción le ofreció a Marechera una forma de escapar de la literatura inglesa y acceder a la literatura europea de otros países que, según el novelista, ha beneficiado a la literatura africana más que perjudicarla, si se considera a la literatura como un solo universo. Habiendo resuelto antes diferentes problemas relacionados con la estructura narrativa, la literatura europea sirvió como un modo de formación para otras literaturas. Por eso encuentra obsoleto hablar de literatura africana, por una parte, y literatura europea, por otra.

El escritor tiene que aprender a ver; pero esto, afirma Marechera, implica un proceso, el cual a su vez requiere de tiempo. Por lo tanto, el escritor está sujeto a innumerables transmutaciones y su percepción de la realidad será siempre provisional. Así, la identidad de Whitman, la cual es capaz de evitar las influencias del exterior se vuelve imposible. Lo anterior también explica que Marechera haya optado por el modernismo, el simbolismo y el futurismo, pues ante el constante proceso de transmutación concluye que la fantasía es la única verdad posible.9

Pero Marechera señala algo más respecto a la metamorfosis: algo hizo que dejara de ser un mito para convertirse en una pesadilla histórica: «somos refugiados huyendo de los excesos de nuestros padres»10 y estamos atrapados en un terrible punto medio de la transformación. Este es, para Marechera, el único aspecto que une a la literatura africana y a la europea.

Ante esta pesadilla histórica, Marechera apuesta por la categoría narrativa “manipea”, retomada del crítico soviético de Mijaíl Bajtín, cuyo centro es una actitud “carnavalesca” hacia el mundo. El universo de las novelas bajo esta categoría es complejo e inestable, fantástico y poético. Ahí, «el paraíso y el infierno nos son cercanos y podemos visitarlos» y «se exploran la locura, los sueños, las ensoñaciones, los estados anormales de la mente y todo tipo de inclinaciones erráticas».11

Tal es el universo de la primera novela de Marechera, La casa del hambre, cuya premiación en 1979 con el Guardian de ficción causó tanto críticas como elogios, a lo que Marechera respondió destrozando los candelabros durante la ceremonia de premiación.12 En La casa del hambre, Marechera describe al Zimbabue de los sesenta, en ese entonces Rodesia del Sur, antes de independizarse y cuando era gobernado por el primer ministro Ian Douglas Smith. Describe así los terrores de la vida en el gueto derivados de la Declaración Unilateral de la Independencia (DUI), proclamada por Smith el 11 de noviembre de 1965.

Esta proclamación fue posible gracias a que Smith convenció al gobernador de Rodesia, Sir Humphrey Gibbs, de firmar una declaración de estado de emergencia, después de haberlo convencido de que no se trataba de un preámbulo a la DUI. Smith esperaba así que la controversia internacional por esta declaración fuera pasajera, pero el descontento entre los nacionalistas africanos de Rodesia y los miembros de la Organización para la Unidad Africana, la Mancomunidad de Naciones y las Naciones Unidas, además de la intrusión de la Guerra Fría en la política africana, generaron una serie de sanciones económicas, una guerra de guerrillas y actitudes políticas volátiles de Estados Unidos y Sudáfrica hacia el país. Esta situación rebasó al régimen de la minoría blanca, la cual no resistió la transición al gobierno de la mayoría negra.13

Además de este evento histórico, Marechera hace referencia a otro, que también implica un engaño y permitió el asentamiento europeo: la celebración de La Concesión Rudd entre el rey Lobengula de Matabelelandia y los representantes del colonizador británico Cecil J. Rhodes y su Compañía Británica de Sudáfrica (BSAC) en octubre de 1888, en la que Lobengula les cedió a los británicos los derechos exclusivos de explotación minera en Matabelelandia, Mashonalandia y otros territorios del actual Zimbabue. Esto le permitió a la BSAC obtener una carta real del imperio en 1889, que autorizaba a la Columna pionera (una fuerza levantada por Rhodes y su BSAC) a ocupar Mashonalandia.14

Para lograr esta firma, J. S. Moffat, un comisionado asistente de Bechuanalandia, convenció a Lobengula de firmar un tratado de amistad con el imperio británico, en el que el rey aceptaba no tener negociaciones diplomáticas con otros interesados en sus territorios ni venderles ninguna parte de Matabelelandia o Mashonalandia. Moffat le aseguró que el documento no permitiría la venta ni cesión de ninguno de sus territorios sin el conocimiento y acuerdo previo del Alto Comisionado Británico para África del Sur.15

De esta forma, Moffat, en cuanto llegó en 1888 con Lobengula se aprovechó de que éste no sabía inglés y del complejo proceso de traducción necesario para preparar los textos que antecedieron a la concesión. En este proceso, los blancos instalados en el kraal primero transcribían al inglés o neerlandés lo que Lobengula les dictaba en shona. Después, el texto era traducido por escrito al shona para que Lobengula verificara la traducción fiel de lo que había dictado. El texto era traducido nuevamente al inglés y una vez que Lobengula estuviera satisfecho, tanto él como los blancos firmaban el documento y él lo sellaba.16

La firma de Lobengula de La Concesión Rudd marcó al país con un profundo resentimiento hacia los ndebele y el rey Lobengula, que aún resuena en expresiones que los describen como los «invasores que diezman cualquier cosa que tocan».17 En La casa del hambre, Marechera se refiere al evento con un poco de sarcasmo, pues afirma que al menos eso evitó que los shona fueran esclavizados por los ndebele: «por supuesto que tú y yo seríamos amahole, esclavos, si el pobre tipo hubiera sobrevivido».18

En esta obra aparece también Ian Smith, como una efigie colgada de un pico de carnicero, en la casa de una bailarina, a la que lleva a rastras al protagonista, un poeta. Ante la visión de la efigie, la bailarina le pregunta al poeta «¿quieres olvidar?» y al responder que no, es deslumbrado «por todas las luces que había conocido en su vida».19 Así, la escritura de Marechera describe de forma fragmentaria, en frases que aparecen como luces deslumbrantes o pequeñas astillas de vidrio que invaden la mente del poeta, el sentimiento de desposesión primordial, de los individuos respecto a sus propias vidas y la historia de su país.20

Por ello, Marechera fue un escritor incómodo para Zimbabue. Incluso una vez que se el país se independizó, fue censurado por cuestionar la nueva idea de nación que se pretendía construir. Este es el riesgo de aprender a ver: ser expulsado de la sociedad por señalar aquello que ocultan las narrativas con tal de establecerse como la verdad histórica.

En el caso de Whitman y el contexto en el que escribe, la Guerra Civil, Ta-Nehisi Coates señala que la narrativa en torno a este evento es que esta dejó un legado: la supuesta reconciliación de las diferencias entre la gente blanca de Estados Unidos. Sin embargo, para que esta narrativa funcione es necesario ocultar una verdad histórica: que un grupo de estadounidenses quiso fundar un país sobre la idea de que los negros eran de su propiedad, y otro grupo de estadounidenses, incluyendo negros, impidieron que lo hicieran.21

Esta perspectiva sobre la tarea del escritor es apenas uno de los aportes de la literatura de Marechera que, a pesar de ser relativamente breve, su revisión completa podría tomar años de estudio. Flora Veit-Wild, quien mantuvo una intensa relación íntima con Marechera y quien después de la muerte del poeta se encargó de recopilar, difundir y enseñar su obra, cuenta que alguna vez alguien dijo de Marechera que era incapaz de escribir una sola frase aburrida, y ella está de acuerdo: «su maestría, su ingenio estaba más que nada en el nivel de las unidades más pequeñas de texto; una línea, una oración, una imagen, un párrafo, un poema…».22

 

 

Bibliografía

Benson, E., & Conolly, L. (2005). Encyclopedia of Post-Colonial Literatures in English. Londres y Nueva York: Routledge, Taylor & Francis Group.

Coates, T.-N. Why Do So Few Blacks Study the Civil War? Recuperado el 4 de junio de 2020, de https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2012/02/why-do-so-few-blacks-study-the-civil-war/308831/

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Greenidge, K. (2016). The Doppelgänger Is the One Who Disturbs: A Conversation with Flora Veit-Wild. The Scofield, 26-31.

Marechera, D. (1978). The House of Hunger. Estados Unidos: Waveland Press, Inc.

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Muponde, R. (2004). The worm and the hoe: Cultural politics and reconciliation after the Third Chimurenga. In B. y. Raftopoulos, Zimbabwe, Injustice and Political Reconciliation (pp. 176-192). Ciudad del Cabo: Institute for Justice and Reconciliation.

Peña, L. L. (2014). Dressing uncivil neighbor(hood)s. Walt Whitman’s adhesive democracy in “Calamus” and “Drum-taps”. Lectora: revista de dones i textualitat, 61-80.

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Were Lobengula and the amaNdebele tricked by the Rudd concession? Recuperado el 04 de junio de 2021, de: https://zimfieldguide.com/bulawayo/were-lobengula-and-amandebele-tricked-rudd-concession

Why Lobengula sent envoys to Queen Victoria in the late nineteenth century. Recuperado el 04 de junio de 2021, de: https://zimfieldguide.com/bulawayo/why-lobengula-sent-envoys-queen-victoria-late-nineteenth-century

  1. Marechera, D. (1987). The African writer’s experience of European literature. Zambezia, pp. 101 y 102. Traducción propia.
  2. Íbid, pp. 101 y 102. Traducción propia.
  3. Peña, L. L. (2014). Dressing uncivil neighbor(hood)s. Walt Whitman’s adhesive democracy in “Calamus” and “Drum-taps”. Lectora: revista de dones i textualitat, 61-80.
  4. Marechera, D. (1987). The African writer’s experience of European literature. Zambezia, pp. 101 y 102. Traducción propia.
  5. Peña, L. L. (2014). Dressing uncivil neighbor(hood)s. Walt Whitman’s adhesive democracy in “Calamus” and “Drum-taps”. Lectora: revista de dones i textualitat, 61-80.
  6. Marechera, D. (1987). The African writer’s experience of European literature. Zambezia, p. 99. Traducción propia.
  7. Marechera, D. (1987). The African writer’s experience of European literature. Zambezia, , p. 104. Traducción propia.
  8. Marechera, D. (1987). The African writer’s experience of European literature. Zambezia, p. 99. Traducción propia.
  9. Marechera, D. (1987). The African writer’s experience of European literature. Zambezia, p. 100. Traducción propia.
  10. Íbid, p. 102. Traducción propia.
  11. Ibíd, p. 101. Traducción propia.
  12. Benson, E., & Conolly, L. (2005). Encyclopedia of Post-Colonial Literatures in English. Londres y Nueva York: Routledge, Taylor & Francis Group, p. 963 y 964.
  13. Peter Watts, C. (2012). Rhodesia’s Unilateral Declaration of Independence: An International History. Nueva York: Palgrave MacMillan, p. 2.
  14. Were Lobengula and the amaNdebele tricked by the Rudd concession? Recuperado el 04 de junio de 2021, de: https://zimfieldguide.com/bulawayo/were-lobengula-and-amandebele-tricked-rudd-concession.
  15. Why Lobengula sent envoys to Queen Victoria in the late nineteenth century. Recuperado el 04 de junio de 2021, de: https://zimfieldguide.com/bulawayo/why-lobengula-sent-envoys-queen-victoria-late-nineteenth-century
  16. Davidson, A. (1984). Cecil Rhodes and His Time. Moscú: Progress Publishers, pp. 113-115.
  17. Muponde, R. (2004). The worm and the hoe: Cultural politics and reconciliation after the Third Chimurenga. In B. y. Raftopoulos, Zimbabwe, Injustice and Political Reconciliation (pp. 176-192). Ciudad del Cabo: Institute for Justice and Reconciliation.
  18. Marechera, D. (1978). The House of Hunger. Estados Unidos: Waveland Press, Inc., p. 56-57. Traducción propia.
  19. Marechera, D. (1978). The House of Hunger. Estados Unidos: Waveland Press, Inc., p. 37. Traducción propia.
  20. Benson, E., & Conolly, L. (2005). Encyclopedia of Post-Colonial Literatures in English. Londres y Nueva York: Routledge, Taylor & Francis Group, p. 964.
  21. Coates, T.-N. Why Do So Few Blacks Study the Civil War? Recuperado el 4 de junio de 2020, de https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2012/02/why-do-so-few-blacks-study-the-civil-war/308831/. Traducción propia.
  22. Greenidge, K. (2016). The Doppelgänger Is the One Who Disturbs: A Conversation with Flora Veit-Wild. The Scofield, 29. Traducción propia.