Bitácora de mujeres extrañas //Esther M. García//
Bitácora de mujeres extrañas presenta una serie de microhistorias en espacios urbanos, donde la voz poética comparte, en versos breves, una sensibilidad que surge de la contemplación y el diálogo con los objetos frente a la búsqueda de lo femenino, lo equitativo en la sociedad y la consigna de no olvidar la violencia de género. Estas anécdotas de personajes cuya extrañeza es verificable a partir de su desacuerdo con su espacio y su tiempo pueblan la voz poética de Esther M. García. En este libro habitan mujeres olvidadas que pertenecen a los sectores más marginados, al igual que contrasta con femmes fatales de la estética modernista y otras, terribles y anodinas, que están en busca de su identidad. Bitácora de mujeres extrañas mereció el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2014.
UN ADELANTO:
Mujer que ama a otra mujer
Dalia Hernández Bretth
(Monterrey, Nvo. León., 1970-San Pedro de las Colonias,
Coah., 2040)
Siempre tuvo la duda de qué era ese deseo al
sentir cerca el olor de otra mujer
Siempre se sintió culpable de accidentalmente
rosarle la mano los senos o las piernas
a alguna otra muchacha del salón en las prácticas de deporte
al pasar el resumen al salir a comer
Siempre tuvo el temblor de un ciervo acariciándola por dentro
Tuvo varios novios
Todos tan parecidos el uno al otro
como muñequitos de papel marquilla cortados con la misma tijera
altos
rubios
ojos verdes
anteojos anchos
A la hora de hacer el amor con ellos algo no le respondía
su mirada se iba más allá
su mente se poblaba de chicas que la sacudían
como una ola sucia
en un mar oscuro de donde no podía escapar
Ahí estaba el monito idéntico al anterior
con su palito parado
con sus manos entregándole el amor y
ella fingía
pero a veces pasaba que de pronto se venía
(no porque él fuera un excelente amante
ni porque su verga fuera exageradamente grande)
Su orgasmo iba más allá
donde el campo de las muchachas flores
se abrían mágicamente para ella
y sus labios probaban y sus labios se humedecían
Manos brazos pies lenguas
llegaban como marejadas de olas salvajes
de ese mar sucio cochino
del que su mamá y su hermana siempre decían
“que eran de lo peor, Señor Jesús, pero cómo pueden
esas personas existir” y entonces ella
volvía a la realidad
Ella sigue cortando monitos con la misma tijera de su
pensamiento enjaulado
mientras una ebria bestia de cabellos
pechos y clítoris abiertos
sigue enseñando sus fauces babeantes
en la caverna húmeda de su ser