Tierra Adentro

Ese muchacho veinteañero que fue El pobrecito señor X cumple cuatro décadas, pero sigue sin volverse un cuarentón, ¿será que es tan descarriado, malcriado o malmandado que a nadie responde y menos al paso del tiempo? Aventuro algunas generalidades: ese apesadumbrado Señor Equis es un post-Efraín Huerta; ambos comparten el asombro frente a lo inmediato, el humor ácido, la ironía y una ciudad para desconocerse entre sus personajes y, por supuesto, esa infatuación terrible que faulea la mente y «las regiones sagradas» —para decirlo con las palabras del ducho Cocodrilo— llamada calentura, sólo que atajarse de la calentura es más terrible debajo de la sombra de la Nueva Galicia. La del piernón bruto de la ruta «Juárez-Loreto» hizo escala en «Camionera-Centro-Talpita». Si la posible etimología del testigo según la costumbre romana de jurar apretando los testículos con una mano es real o falsa, al menos, en su metáfora se cumple en el testimonio del menesteroso Señor Equis: «Hoy podría decir que me duele el corazón de tristeza. /Pero sería falso/ y prefiero no involucrar al corazón en falsedades» y «la tristeza no me duele en el corazón/ sino en los testículos. / No me apena confesar que es allí donde radica mi alma». Hay el Deseo, con mayúsculas, colándose por la puerta entornada de la adolescencia. Es un libro genital, el de este paupérrimo Señor Equis; recordemos que, más abajito, en el sur del continente, donde la poesía se pone escabrosa, por esos mismos años Arturo Carrera inaugura su obra con «La noche penetrando/ y el glande inflado de tinta, penetrando/ hacen el mismo ruido/ que la muerte penetrando». «Oda a las ganas», «La chaqueta», «Comezón», «El beso negro», «Las nalgas», «Testiculario» son algunos títulos de los poemas del mísero Señor Equis, quizá ahí radica su embrujo: escribir desde la vida, el placer, los cinco sentidos, sus doscientos seis huesos, el órgano reproductor masculino y burlar a la muerte —el Tío Lolo Segismundo abundaría en Eros y Tánatos y otros etcéteras— pero sin solemnidades, tomaduras de pelo ni palabras esdrújulas. ¿O de qué otra forma puede leerse este mantra, esta ars poética? Copio «Estribillo», poema final del tristísimo Señor Equis:

No es que piense que la muerte sea tu peor enemigo pero te quiero vivo pero te quiero arriesgando. No es que el Polvo de la Luna, no es que el Fuego del Sol, pero te quiero aquí, rodando a cuatro oídos, a labios claros, a golpes secos, a cojones largos. No es que sea lo tanto, no es que sea lo tanto más cuanto, porque es lo Mayorísimo, porque te quiero ballena, porque te quiero chorrazo. Estamos en las vísperas del final del mundo, y no es de amén y no es de esperar el madrazo. Porque te quiero vivo, porque te quiero arriesgando.

Es probable que el desamparado Señor Equis sea el mejor libro infrarrealista que ningún infrarrealista escribió y el mejor disco de rock mexicano del año 1976; ahí escucho a Rockdrigo, Jaime López y El Personal. Además, si nos quisiéramos poner más chivasrayadas que Emmanuel Carballo —monotemático lector mexicanista— diríamos que en los años setenta, en México, hay un ciclo de libros geniales e irreverentes: «El canto del gallo» de Jesús Arellano, «Un (ejemplo) salto de gato pinto» de José de Jesús Sampedro, «Gritar es cosa de mudos» de Francisco Hernández, «Huellas del civilizado» de David Huerta e «Isla de raíz amarga, Insomne raíz» de Jaime Reyes. Ahí es donde debe completar la reta el desdichado y tristísimo Señor Equis. Un beautiful loser antes que un #LordSNCA. Equis, está chavo.


Autores
(Toluca, 1981) Publicó Mi nombre de guerra es albión (2010), Muerte del dandysmo a quemarropa (2012), La czarigüeya escribe (2014), en coautoría con Diana Garza Islas, Obras Cumbres (2014), Brazuca (2015), Quienquiera que seas (2015), Máquina portadora de cabezas (edición digital, 2018). Tradujo del portugués Bruno Brum a ritmo de aventura de Bruno Brum (2017); Droguería de éter y de sombra (2014) de Luís Aranha; Voy a moler tu cerebro (2010), Paranoia (2013) y Oda a Fernando Pessoa (2017) de Roberto Piva; la antología de poetas brasileños nacidos en los ochenta Escuela Brasileña de Antropofagia (2011). Tradujo del inglés con Diana Garza Islas, Una noche, senté a Donald J. Trump en mis rodillas/Y otras teorías estéticas del siglo XXI (2017), a partir de un ejercicio de Chris Rodley. Imparte los talleres de poesía latinoamericana Periferia de Escribidores Forasteros en la Ciudad de México y Toluca. Trabaja en la librería Mi Primer Día en el Salón de la Fama.