Adair Vigil: Herbarios como cesuras
somos la misma planta
y no se tocan
sino nuestras raíces.
Pablo Neruda, en Serenata de México
Hace tiempo que disfruto enormemente de las búsquedas que se plantean algunos artistas visuales en sus límites disciplinarios. En este camino me he encontrado con el trabajo de Adair Vigil quien, con ojo muy cuidado, captura una idea y busca expandirla hacia otro rumbo, distinto al convencional, para la gráfica. Este joven artista saltillense con pensamientos firmes ha hilvanado metáfora y concepto en su disciplina a fuerza de ir cortando.
Vigil se formó como chef y después como artista visual atraído por el grabado. Inició su proceso de apertura gráfica en el principio de cavar (un eco de “atacar”) la placa con dibujo; llevar la marca-herida-hendidura, presente en la matriz, como principio, a otro sentido. Con ello deja atrás el ortodoxo entendimiento de que la gráfica es únicamente impresión sobre papel. Con su serie Herbarios comienza esa expansión. Su punto de partida son los libros ilustrados que emplearon la gráfica para extender sus alcances; recogieron y divulgaron, desde el siglo XV, información crítica sobre el lugar de recolección, nombres de especies, usos y todo el corpus de estudio y enseñanza de la botánica. De esta manera transgrede la usanza de la gráfica y la expande hacia fuera de sí misma: reúne libretas, cuadernos, libros, blocks de papel antiguos y los interviene: recorta en ellos formas vegetales y perfila variedades de su localidad que se prodigan en aceras, camellones o terrenos baldíos, y las desdobla hacia fuera de su propio soporte.
Visualmente el trabajo de Adair tiene una resonancia con la técnica francesa del découpage en la que la habilidad manual en la destreza de recorte o sobreposición de papeles, para crear decoraciones o manualidades, es muy valorada. Mas la serie de Herbarios es notable por su atractiva destreza retiniana y su giro conceptual en el territorio de la gráfica. En palabras del artista: “La conexión de este trabajo a la escena del papel recortado es más por la línea del popular papel picado, tradición mexicana, que tiene un doble origen, desde Mesoamérica con el amate recortado y desde la colonia, en deriva transcultural de la técnica japonesa del kirigami (papel recortado sin dibujo previo).
Otro ejercicio que emplea Vigil, a veces, es el juego entre la apariencia y la esencia en el espacio público, entrevera plantas recortadas en papel con plantas vivas, como propiciando el encuentro vegetal cara a cara de la celulosa, en forma procesada (las hojas de los cuadernos) y en forma natural (las hojas de las plantas). Así, plantea en el concepto de cédula de identificación o des-identidad, lo que nos distingue o desacredita ante los sistemas institucionalizados donde todos damos lo mismo. Las hojas naturales o manufacturadas pueden ser principio y estrategia de camuflaje para que, de otro modo, seamos semejantes y entonces escalemos más allá de la apariencia.
Lo anterior es el principio de las intervenciones sobre pasaportes. Adair deja que el azar le proponga nuevas rutas, porque los pasaportes llegaron a su estudio sin plan previo, como donaciones de un amigo que supo de su interés por libretas “especiales” y le acercó una treintena de documentos ya vencidos y sin usar –curiosa encarnación humana de la legalidad de nuestra identidad con vigencia– y acometió con la navaja: cortando formas de plantas, distintas en cada documento. Aquí la filigrana del corte extiende su intención inicial y explora otras maneras de expander el proceso inherente de la gráfica, de repetición, multiplicidad, incisión, huella y memoria. Casi a manera de homenaje, cada hoja del cuadernillo se extiende hacia fuera de sus bordes, cual doble metáfora. Como ese viaje que los ahora carentes de los documentos, nunca pudieron realizar y como la posibilidad de crecer, del florecimiento que se da con cada experiencia y travesía, que en estos objetos son una forma evidente de la negación de su principio de ser: un fin nunca cumplido.
En el andar de estos trabajos se traza otra ruta expresiva, y en el rubro de la gráfica en acción, se inscribe la obra Línea en la línea: en su reciente viaje a Tijuana, Adair marca la materialización del espacio emblemático de la frontera entre el territorio mexicano y el estadounidense. Hace el registro de la vegetación endémica que emerge sobre la reja, registra la sombra de las ramas, troncos y hojas de las plantas que crecen ahí, que tienen sus frondas y raíces fuera de la construcción geopolítica que divide una versión del mundo, siguiendo el dictado de la naturaleza. Cesura de Neruda, la obra de Vigil nos reconecta con el espacio del origen, rizoma que nos hace pensar sobre la pertenencia y la expansión de nuestros límites y nos conduce a la única raíz comunitaria: el pulso de nuestras acciones en sintonía con el universo que nos contiene en su infinito follaje.
Guadalajara, noviembre 2013.
Águila o sol
Recuerdo que cierta forma del arte me interesó desde la infancia. Tiene que ver con el ejercicio del frottage, cuando frotaba con un crayón el papel sobre una moneda y aparecía una imagen. Eso me impresionó mucho.
Alumno libre
En el año dos mil me acerqué a la escuela de artes plásticas como alumno libre en los talleres de gráfica y serigrafía (antes que al grabado en cobre o xilografía). Tenía diecisiete años. Me gustaba experimentar, comprar la madera, buscar químicos que no eran los que se utilizaban convencionalmente, imprimir sobre distintos tipos de papel: de algodón, papeles reciclados, revistas, folletos, lo que tenía a la mano. Luego de mi etapa de oyente entré a la carrera de diseño gráfico en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Coahuila, donde uno salía como maestro o instructor. Estuve sólo dos años y después me fui a Monterrey, donde estudié gastronomía.
El cuchillo es un puente
No sabría decir si hay relación entre la gastronomía y mi trabajo artístico. Es la creatividad como ejercicio: inventar un platillo es lo mismo que crear una escultura, una pintura, una obra; hay una serie de elementos a partir de los cuales uno debe componer. Más allá de la relación que existe entre ambas cosas, las concibo conectadas desde el corte, las herramientas afiladas que inciden. Lo mismo si es en cobre o en madera, con la incisión surgieron las primeras xilografías, atacadas por el cuchillo antes de que existieran los buriles.
Ciclo de celulosa
Busco la conexión entre el contenido y el contenedor de la obra. El papel ha sido un elemento fundamental de la gráfica y es de celulosa, a su vez la celulosa viene de las plantas y así se cierra el círculo. Como serigrafista, buscando algunas técnicas en la gráfica, me di cuenta de que podía hacer bloqueos a partir de cortes: dibujar sobre el vinil y recortar para obtener un esténcil.
Explorar las aceras
Mi obra es un diálogo interdisciplinario que me remonta a mi infancia. Crecí en una familia de médicos herbolarios y desde que tenía cinco años aprendí a recoger muestras de plantas para diversos tratamientos. Es una forma entrañable de regresar a esa época cuestionándome desde mi propia disciplina y sus principios: visión, matriz, reproductibilidad. Es una investigación personal en la que busco contenidos coherentes con lo que hemos tenido siempre a la mano. Voltear y ver que todo eso está ahí afuera, en el jardín, en la flora urbana de la calle. Especies con rasgos característicos, condiciones de humedad, de sol, de vida. Tomo muestras, fotografías, las clasifico, las determino. Tengo una amplia librería de esos hallazgos. Hay esa estética de la botánica en la que juego a que voy de expedición. Pienso mi trabajo en series, en especies qué catalogar agrupadamente. Mi idea siempre es de conjunto.
Acervo herbario
Me interesa la historia de la gráfica en los herbarios que se hicieron desde el siglo XV; la cartografía, la gráfica que generan, por ejemplo, los electrocardiogramas. Entre los libros clásicos sobre el tema están el Dioscórides de Andrés Laguna y la Historia del herbario impreso de Agnes Arber, que me gustan mucho. Mis investigaciones me han llevado a diversas bibliotecas y acervos donde seguir ampliando el conocimiento. En Coahuila está la Universidad Autónoma Agraria y me parece curioso que precisamente ahí, luego de tantas vueltas, me haya encontrado con un ejemplar del Agnes.
Cuando viajas, floreces
He estado en diversas exposiciones colectivas, pero tuve mi primera individual en febrero de 2012 en la Escuela de Artes de Saltillo. En marzo de 2014 tengo una exposición individual en la Casa de Cultura de Tlalpan –que tiene unos jardines enormes–; en mayo tendré otra en Tijuana y en octubre una más en Oaxaca. Participé en el Festival Entijuanarte, una gran exposición de trabajos colectivos en un stand abierto donde la gente preguntaba qué significa la obra y hay lecturas diversas ante la serie de pasaportes recortados. Una de las lecturas que más me llamó la atención fue la de una persona que anotó “claro, se trata del viaje: cuando viajas creces y si creces, floreces”.
Intersticio y destino
Curso en Saltillo el Diplomado para la Profesionalización en Prácticas de Arte Contemporáneo. Mi estudio es un departamento en un edificio de despachos. Es un espacio para el dibujo, no muy amplio pero iluminado, con vista al poniente, donde tengo lo necesario para trabajar todas las tardes de lunes a sábado. No sé si hay relación entre mi obra y mi vida cotidiana. Pienso en las especies que llamamos maleza: crecen en los intersticios urbanos, se abren paso a pesar de las condiciones adversas o poco favorables para la vida. Crecen, sin embargo crecen, a veces de forma desmesurada. Imagino eso como una condición social o humana.~
Palabras recogidas por LMA