Tierra Adentro
Fotografía por Pixabay.

Traducción de José Luis Justes Amador.

 

Rebecca Lindenberg está bebiendo whisky. Se siente culpable. Está atrapada en uno de esos ciclos de retroalimentación. Es un vacío lleno de vacío. Es una adúltera, una trotacalles, una buscona audaz. Quiere añadirte como amigo. Quiere añadirte como informante. Quiere añadirte como su depredador negro, como su Señor y Salvador. Tiene problemas con los límites. Rebecca Lindenberg mantiene la soledad a raya con frecuentes actualizaciones de estado diseñadas para conseguir un icono de pulgar levantado que venga de ti. A Rebecca Lindenberg le gusta esto, lo rechaza con un movimiento de la mano. Rebecca Lindenberg encierra esto con sus piernas. Tiene un carrete de hilo para que puedas salir de su laberinto. Tiene este laberinto. Rebecca Lindenberg tiene expectativas altas. Tiene alto el nivel de azúcar. Rebecca Lindenberg no quiere ponerte triste. Quiere decir lo que tú quieres oír. Rebecca Lindenberg piensa en la poesía como la práctica de escucharse a uno mismo. Rebecca Lindenberg piensa en el amor. En lazos que aún no han salido del carrete. Rebecca Lindenberg quiere añadirte como una influencia profunda. Quiere añadirte como un asesino leal. Quiere añadirte como su cita para el ajuste de cuentas. Rebecca Lindenberg recuerda la estatua de una niña sin rostro con los pies perfectamente tallados. Rebecca Lindenberg recuerda que en italiano pechuga de pollo se dice petti di pollo y la palabra para kilogramo es kilo y que un kilo son demasiadas pechugas para una familia de tres. Roba tomillo de los jardines de los extraños. Corre. Echa de menos Roma. Echa de menos [a] su familia de tres. Está perdida en su propio poema. Rebecca Lindenberg tiene sueños en los que regresas. Rebecca Lindenberg deja que se alejen. Los crescendos y los decrescendos de Rebecca Lindenberg. Rebecca Lindenberg dice: hey, tú, ven acá. Rebecca Lindenberg dice: tú no eres mi jefe. Rebecca Lindenberg no es tu jefe. Rebecca Lindenberg va al cine. Necesita un bote más grande. Te dio su corazón y tú le diste una pluma. No puede manejar la verdad. Rebecca Lindenberg ama la verdad. Ama el olor de la tierra en el agua y el olor a sueño de tu cuerpo en la mañana. Ama a su gato desordenado, su ventana tan difícil de abrir. Ama las cartas largas. Escribirá pronto.

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