Tierra Adentro
Ilustración por Claudia Luna.

ssn.unam.mx

 

El Servicio Sismológico Nacional fue creado a comienzos del siglo XX y actualmente depende del Instituto de Geofísica de la UNAM, en donde trabaja los trescientos sesenta y cinco días del año. Xyoli Pérez Campos, doctora en Geofísica por la Universidad de Stanford y jefa del SSN, aclara cuáles son sus tareas y disipa algunas dudas y mitos sobre los sismos.

 

El Servicio Sismológico Nacional es el organismo que se encarga de emitir la información de localización y magnitud de todos los sismos ocurridos en el país, de manera oportuna y con cálculos robustos. De manera oportuna significa: a los cinco minutos de ocurrido un sismo de magnitud mayor a cuatro. Para cualquier sismo menor no necesariamente se genera su información a los cinco minutos, tarda más tiempo.

Esto es con fines informativos pero también de toma de decisiones. Que las autoridades conozcan la localización correcta y la magnitud del sismo les permite detonar protocolos y saber a dónde dirigir los esfuerzos de ayuda y de rescate. La diferencia con el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, los encargados de la alerta, es que ellos sólo detectan que ha habido un sismo, y que es grande, pero no precisan su localización ni su magnitud. Son dos sistemas muy diferentes. El Servicio Sismológico Nacional tiene estaciones en toda la República —sólo hay tres estados sin estaciones: Tabasco, Tlaxcala y Coahuila—, de tal forma que podemos detectar sismos de magnitudes mayores a 3.8 en cualquier parte del territorio nacional. Esto es una gran diferencia con respecto a la alerta, que solamente está enfocada en sismos de magnitudes intermedias que ocurren en los estados ubicados en las costas del Pacífico.

El Servicio se creó en 1910 y, por decreto presidencial, en 1929 se le encargo a la UNAM. Operamos veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, los trescientos sesenta y cinco días del año. Esto es un poco complicado precisamente porque, por un lado, todos los técnicos están contratados bajo los parámetros de la UNAM, en un horario universitario con vacaciones, pero tenemos un esquema de personal de guardia que garantiza la operación continua. No descansamos.

Para mí un día normal en el Sismológico es complicado porque hay muchísimas reuniones de diferentes tipos. Desde cuestiones administrativas, con CENAPRED y Gobernación, hasta reuniones logísticas y de operación con el personal del servicio. Y eso también se combina con mis clases y con el manejo de proyectos de investigación. Es bastante activo.

Actualmente trabajo dos líneas de investigación: estructura sísmica y fuente sísmica. En fuente estamos estudiando el sismo del 18 de abril, viendo cómo liberó la energía, que patrón tuvo, como se deslizó. Todos esos detalles. En lo relativo a estructura, tengo un proyecto muy interesante sobre la placa de Cocos, que tiene una geometría muy particular. Actualmente hay una zona en Oaxaca, Puebla y Veracruz, en la que su geometría no está muy bien definida: ¿cuál es su geometría y por qué ha cambiado? En eso me estoy enfocando ahora.

Este asunto de la geometría de la placa tiene implicaciones muy interesantes, desde qué tipo de sismos se van a tener, porque en unas zonas hay menos sismos que en otras, cómo se relacionan con el vulcanismo. Todo ese tipo de cosas son investigaciones de punta en el mundo.

Sin embargo, existen muchísimas preguntas abiertas que no parece que vayan a tener solución a corto plazo, como la predicción. Hay que plantearse preguntas más simples e irlas resolviendo en periodos de tres, cinco, diez años. Se buscan preguntas que van a dar una respuesta, quizás algo que pueda aplicarse a corto plazo. El problema de la sismología (que es muy diferente a la ingeniería sísmica) es que es demasiado básica. Se trata de entender al sismo en su origen, en su trayecto y en su registro, pero no se va más allá de la superficie. No tiene que ver con los edificios y las estructuras, pero lo que nosotros resolvamos desde la fuente o el trayecto lo van a poder usar los ingenieros para aplicarlo.

Hay demasiadas ramas en la sismología y muchísimos temas de interés, por fortuna. Cada quien va cubriendo una parte. Entonces, una pregunta fundamental puede ser la base para la siguiente, y así se puede llegar a la aplicación en algo que le sirva realmente a la sociedad en términos de su bienestar.

En ese sentido, el del fracking es un tema delicado y no resuelto. No es que el proceso mismo genere una falla, sino que la falla ya existe; entonces el sismo que iba a ocurrir en algunos años, ocurre hoy. No es que la falla por sí sola genere los sismos. Lo mismo ocurre con la extracción o inyección de cualquier fluido; por hundimiento diferencial en las ciudades también se pueden llegar a provocar sismos que van a llegar antes de lo que naturalmente estaban programados.

Para que se libere la energía de un sismo de magnitud siete, parecido al que ocurrió hace algunos días, necesitas treinta y dos sismos de seis. Lo cual no ocurre, siempre hay un déficit de energía liberada. La placa se va a seguir moviendo y acumulará más energía hasta que sea suficiente como para generar otro sismo de esa magnitud u otros más leves. Entonces 1) que haya un sismo grande no quiere decir que no vendrá otro grande después; 2) si hay sismos pequeños no quiere decir  que se esté liberando energía suficiente para que no venga uno grande después. Y que ocurran muchos tampoco significa que debemos esperar uno grande. Ese es uno de los problemas de la predicción: no hay un patrón que permita saber qué va a pasar. Sin embargo, hay zonas más propensas a los sismos, como toda la costa del Pacífico o el Golfo de California, incluida la frontera subiendo por Mexicali y hacia Tijuana. También en el centro del país. Por ejemplo, en 1912 hubo un sismo de magnitud 6.9 en Acambay, Estado de México. Xalapa también tuvo uno de gran magnitud, en 1920. Son zonas con un alto potencial sísmico. No existe una amenaza fuerte de sismos muy grandes en el Distrito Federal; sin embargo, su riesgo sísmico es muy alto pues es una zona muy vulnerable debido a las características de su suelo.

Existe mucha desinformación, estamos llenos de mitos y rumores. Una de mis preocupaciones es justamente tratar de difundir información y que se conozca el fenómeno porque, al hacerlo, es menor el pánico y mejor la respuesta.

En la página web del Servicio Sismológico Nacional hay información básica (por ejemplo, tiene un apartado de sismología para niños, y otro con información sismológica general). En septiembre del año pasado salió un libro muy bueno: Los sismos: una amenaza cotidiana, escrito por el Dr. Víctor Manuel Cruz Atienza, que es un investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM. Es adecuado para el público en general y, al mismo tiempo, preciso en lo técnico.