Tormenta lejana
Para Federico D-G.
Un edificio. La habitación a oscuras
se alumbra con la secuencia del televisor,
como a través de una tormenta lejana.
Nada sabemos de ellos pero ahí están.
Todas las noches
comienza un mundo por sus manos.
El barco se hunde ante las costas
y no podemos hacer nada.
Miramos los vidrios
que se encienden o se apagan.
De pronto sean estas ráfagas de luz
la habitación donde termina un amor
y apenas escuchamos la última silaba del ruido.
Pensaran ellos que somos nosotros
los fantasmas,
prendiendo las luces en los cuartos
o amándonos los sábados.
Y creerán que no están solos.
Y al otro lado de las ventanas
verán el resplandor,
parecido al encuentro de una música amiga.