Tierra Adentro
Ilustración de Luis Ham

Ojalá un día la noche me sorprenda

en el tinaco del Hotel Cecile:

el tambo gigante,

las aguas negras que cubren el cuerpo de Elisa Lam,

flotando luego de muchos días,

cuando la sangre y los fluidos y el vapor de la putrefacción

se colaron hasta las regaderas de los huéspedes.

 

¡Oh, tambo gigante cerrado con pernos!

Tambo que te tragaste a una joven frágil,

sin que nadie levantara tu tapadera.

Y, sin embargo,

un cuerpo flotaba,

ávido de misterio,

entre tus aguas.

 

¡Elisa Lam! ¡Elisa Lam!

Yo quiero ser ese cuerpo,

quiero ser tus últimas horas,

gestos y manos que se agitan en un elevador descompuesto.

¡Antes! Antes de que no sabemos qué cosa

te trague y te arroje y venga por ti.

 

Ojalá algún día venga por nosotros.

 

Ojalá un día yo aparezca en esa caverna del Área 51

que un hombre reportó en YouTube

y luego dijo: “Tengo miedo”.

I’m too afraid to go near that place again”.

Tengo miedo.

Y tuvo miedo y nunca más nadie vio al hombre ni a la cueva.

 

¡Hombres que se desintegran!

¡Poderosas fuerzas que vaporizan a los hombres!

¡Triángulo de las Bermudas!

¡Viajes interdimensionales!

¡Oh, abducciones extraterrestres!

 

Tantas formas de desaparecer

y yo sigo aquí,

en mi mundo.

¿Cómo me gano un pase a lo ultraterreno,

al lodo polvoso, a los halos de luz en el cielo oscuro?

Ruidos, chillidos, krakens, sirenas marinas.

Criaturas que aparecen en Google Earth como peñones blancos,

pero son krakens, son pulpos, son los monstruos de la laguna.

 

¡Oh, criptozoología!

¡Oh, footages de Pie Grande, de Sasquatch,

de monstruos venidos directo de la Fosa de las Marianas!

¡Oh, footage de tantas cosas que te niegas a ver!

¿Por qué te niegas a verlos?

Tú, mundo profano.

Mundo absurdo.

¿Por qué te niegas a verlos si las cámaras los captan en todas partes?

 

¡Oh, tu ceguera va a matarnos, mundo!

Porque las cosas están aquí y no las ves:

las señales del fin,

los signos en los sembradíos.

Ellos nos hablan: no siempre son malos.

Ellos están entre nosotros.

 

Su mensaje está aquí:

en los sembradíos hay círculos entreverados.

Son la flor de la vida,

son toroides

¡Toroides! ¡Toroides! ¡Toroides!

¡Oh, benditos toroides de trigo y toroides de luna y toroides de luz!

¡Toroides!

Truun, truuun, truuun.

Siento el toroide, mis órganos son toroides también.

Vibra la energía perpetua de mi cuerpo,

¡energía de las estrellas!

¡Truuun!

 

¡Oh Nikola! ¡Mi bellísimo Tesla!

¡Santo patrono de las energías limpias!

Santo patrono, viniste de Júpiter

y descubriste la energía perpetua para nosotros.

¡Oh, Nikola, consuelo de la resistencia!

 

¡Oh, resistencia que te apagas porque nadie nos cree!

Porque estamos recluidos a canales de YouTube de prestigio dudoso,

a lurkear en las zonas oscuras de Reddit,

burla y comidilla de la gente que se jura racional,

que cree que todo tiene causas específicas,

causas sociales, económicas;

causas marxistas,

que dice que cómo puede ser que nosotros creamos en ovnis pero no en el machismo y en el patriarcado.

 

Burla y comidilla del New York Times que escribe artículos

que nos pintan como hombres gordos, calvos, de mediana edad,

agazapados a sus madres.

Hombres edípicos,

inteligencia inferior a la promedio,

desempleados por falta de productividad,

defraudados por un sistema que promete a manos llenas,

consume consume consume obedece

¡Obedéceme!

¡No creas en conspiraciones! ¡No creas en los Rothschild ni en los reptilianos!

No creas en la antigua Lemuria porque añorarás un paraíso

que no te corresponde.

 

¿Ves, mundo?

Así funcionan ellos.

Ya vienen.

Ya preparan las guerras,

los alimentos genéticamente modificados,

los almacenes de semillas,

los almacenes de agua.

¡En el Doomsday solo ellos controlarán las provisiones!

 

Pero tú, mundo, permanece callado.

Si abres la boca, que sea solo para decir:

¡Esclavícenos a todos!

¡Oh, oh, oh!

Porque en secreto

nos callamos para que nos posean.

Nos callamos para que nadie nos responda.

 

Yo me callo, le abro las piernas al misterio,

quiero que lo oculto me posea.

¡Oh, Elisa Lam! ¡Oh, Elisa!

¿Por qué no fui yo tus piernas frágiles en esa noche en la que algo,

una fuerza, un secreto,

te atacó en un elevador del Hotel Cecile en California

y te llevó hasta la azotea,

y metió tu cuerpo en un tinaco sin levantarle la tapa de diez toneladas?

¿Por qué mi cuerpo no atraviesa el metal como lo atraviesa el tuyo?

 

¡Oh, Elisa!

¡Oh, Deep Web!

¡Oh, Unfavourable Semicircle!

¡Oh, The Junsui!

¡Oh, enigmas de internet!

Oh, islas malditas que descubrieron en el Renacimiento

y ya no aparecen en los mapas.

 

¡Oh, denme un poco de su infinito!

¡Háganme beber un cuenco, una gota de lo que está del otro lado!

De lo que acecha

a través del portal,

en la geometría secreta,

en la geometría sagrada.

 

¡Oh, déjame sumergir mi cabeza en el triángulo de las Bermudas!

¡Refréscame con tu sal, ahógame!

¡Oh, krakens, oh Bigfoot y tus cavernas subterráneas!

¡Oh, mójenme!

¡Dejen que me hunda en las cuarteaduras del espacio!

Que yo quiero al menos un poco de esa sustancia que nos es prohibida.

 

¡Oh hijacks televisivos!

¡Oh, incidente de Max Headroom!

Quiero ser esa señal pirata que viaja contigo,

para interrumpir una emisión de Doctor Who en los ochenta.

Seré yo la distorsión y los diálogos perturbadores.

They’re coming to get me.

Seré yo quien ponga el culo para que una extraña figura la azote,

al aire, en televisión abierta.

 

¡Que me posean ya los misterios que no tienen solución!

Porque tiene que haber más

¡Este mundo no me basta!

Tiene que haber otra cosa.

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