Tierra Adentro
Ilustración realizada por Darío Cortizo
Ilustración realizada por Darío Cortizo

Louis Aragon le advirtió a todo aquel comentarista que se quisiera acercar a la obra de Tristan Tzara lo siguiente: “Dios sabrá lo que [los comentaristas] querrán hacer con este hombre cuya corbata les resultará imposible de alinear. Tendrán aún más dificultades intentando poner en orden el gran desorden que puso en palabras”.

En un intento por no alinear su corbata ni poner en orden el desorden, este texto describe cuatro formas en las que se ha entendido la antifilosofía, pero hace un cadáver exquisito con fragmentos (identificados con cursivas) de los Siete manifiestos Dada y de “El Surrealismo y la posguerra”, que escribió el señor Aa, el antifilósofo, el dadaísta Tristan Tzara.

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Los primeros pensadores que se llamaron a sí mismos antifilósofos eran un grupo de católicos conservadores. Supersticioso desencadenando los engranajes. En la época de la Ilustración, en el siglo XVIII en Francia, se oponían a los enciclopedistas personas muy inteligentes. Defendían los dogmas religiosos y la autoridad de la iglesia. Los también llamados anti-iluministas eran enemigos de Voltaire y Diderot. Es decir, se definían en oposición al postulado universal de la razón. ¿Quién tiene razón: Dios, Dadá o la crítica?

En la Enciclopedia, la palabra razón se define como “las verdades que la mente humana puede alcanzar de manera natural y sin ayuda de la fe. Las verdades de la razón son eternas y necesarias y positivas (de manera lógica, metafísica y geométrica)”. Las fuerzas de la regresión no están ya rodeadas del halo de una esencia de naturaleza a imagen divina. Todo puede discutirse a la luz de la inteligencia, con las armas de esta sola inteligencia.

Los antifilósofos se opusieron también vehementemente a la reconfiguración que significó la Revolución francesa. Están con precisión en contra de la idea política y social en la que el hombre se vuelve figura central de la sociedad y no las instituciones, que están hechas para servirle.

De esos antifilósofos reaccionarios casi nadie habla. El retorno puro y simple a las formas prescriptas es un desmentido a la ley de progresión y debe ser considerado como reaccionario.

La religión, viento furioso, la ropa de las nubes y de las plegarias, es antifilosófica en tanto la revelación se sobrepone a la razón plenamente filosófica.

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Desde el psicoanálisis (el psicoanálisis es una enfermedad peligrosa, adormece las propensiones anti-reales del hombre), Jacques Lacan usa el término en tres ocasiones aisladas y siempre con relación a su enseñanza o epistemología en acto. Lacan asocia el término con la formación y la educación del analista.

El rol de la antifilosofía es poner en evidencia la raíz indestructible y el sueño eterno de los mercaderes de ideas de la “antología paciente de la imbecilidad”, que caracteriza al discurso universitario, los acaparadores universitarios y a la Filosofía. Un sol pútrido salido de las fábricas del pensamiento filosófico. Para Lacan, la filosofía es el modelo de la ignorancia transcultural institucional que se aprende, y por lo tanto va a la raíz de la relación entre la institución y las formas de pensamiento. Al contrario, la práctica psicoanalítica debería modelar y remodelar las formas institucionales en una suerte de “revolución permanente”, en la que la imaginación y el sueño se unen a la acción y la Revolución en el plano concreto de la lucha por la liberación del hombre.

Es decir, la antifilosofía para Lacan es un movimiento en contra de la mercantilización y fetichización del saber, del esquema en el cual el “amo” que sabe o pretende saber (un profesor que suponemos posee un saber y lo puede transmitir) esclaviza al estudiante, al ponerlo en el rol del “desecho”, una cochinada como todas, el que no sabe ni produce, es improductivo, asociativo y latente. Todo producto del asco susceptible de convertirse en una negación de la familia, esdada.

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Alan Badiou se dice a sí mismo filósofo y no solo eso, sino Filósofo (con mayúscula) platónico. El Filósofo serio con su Sistema y Axiomática, con un rigor minucioso, con su Matemática como Ontología. Para él, el filósofo solo se puede definir si atraviesa y sobrevive a todas las objeciones y golpes violentos del antifilósofo, su enemigo.

Hay al menos tres operaciones antifilosóficas que Badiou propone como las principales tácticas antifilosóficas:

1. El movimiento general de toda antifilosofía es la destitución de la categoría filosófica de la verdad. No hay una Verdad última. La dialéctica es una máquina divertida que nos conduce de manera banal a las opiniones que hubiéramos tenido de todas maneras. Los antifilósofos dicen: la cuestión del ser y del mundo es una cuestión del lenguaje. Las palabras no son las cosas y la verdad es meramente lingüística o un efecto retórico, resultado de un momento histórico y parte de una cultura. Los banqueros de la lengua siempre recibirán su pequeño porcentaje de la discusión.

2. Los antifilósofos van siempre en busca de lo que hay más allá de lo decible, más allá del sentido. Ese más allá es casi místico, de inspiración más bien mística y mesiánica. Lo que importa es la forma en que una idea nos transforma de manera existencial, terapéutica o revolucionaria, más allá de la mera formulación lógica. Lógica ceñida por los sentidos es una enfermedad orgánica. La lógica es una complicación. La lógica siempre es falsa. Ella tira de los hilos de las nociones, palabras, en su exterior formal, hacia objetivos y centros ilusorios. Sus cadenas matan.

3. Hay un acto radical que desacredita todo sistema teórico o elaboración conceptual que, también, involucra al sujeto. Todo acto es un disparo de revólver cerebral. El sujeto se pone en juego. Por eso, los antifilósofos no suelen escribir de manera sistemática. Estoy en contra de los sistemas, el más aceptable de los sistemas es no tener, por principio, ninguno. Sus textos son más experimentales y autobiográficos: diarios, seminarios, cartas, aforismos, crónicas. La manera de mirar rápidamente el otro lado de una cosa, a fin de imponer su opinión indirectamente, se llama dialéctica, es decir, regatear el espíritu de las patatas fritas bailando la danza método en derredor.

Esas tres son las características que desarticulan la noción de ser, verdad y sujeto de la filosofía: la verdad es lingüística, hay un más allá del sentido y se requiere un acto radical para detonar la teoría.

Cada página debe reventar, ya sea merced a la seriedad profunda, el torbellino, el vértigo, lo nuevo, lo eterno, merced a la burla aplastante.

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Tristan Tzara: ¡Mírenme bien! Soy un idiota, soy un farsante, soy un bromista. Un joven rumano nace en el último aliento del siglo XIX, en 1896. Durante la Primera Guerra Mundial se refugia en la neutralidad de Suiza. En 1916, en el número 1 de la Spielgasse, frente a la casa de Lenin y Krupskaia. En el Cabaret Voltaire de Zúrich el rumano y sus amigos juegan al ajedrez con el revolucionario ruso por la tarde, y por la noche se entregan a la irreverencia y rebelión en contra de la contra de la estética tradicional y la moral burguesa. Traman el golpe vanguardista más radical: DADA. Hay un gran trabajo destructivo, negativo, por cumplir. Barrer, asear.

Es en esta época, la de los Manifiestos dadaístas,que Tristan Tzara se autoproclama el “Señor Aa el antifilósofo”. Tristan Tzara les dice: quisiera hacer otra cosa, pero prefiere seguir siendo un idiota, un farsante y un bromista.

Su única base de entendimiento, el arte, le da el título de “Señor Aa el antifilósofo”. Pero no se trata de cualquier tipo de arte, sino de el arte que no tiene la importancia que nosotros, centuriones de la mente, le prodigamos desde hace siglos. Un arte que necesita manifestar en sus “manifiestos”.

El arte se duerme para el nacimiento de un mundo nuevo.

La anti-filosofía de las acrobacias ESPONTÁNEAS.

La antifilosofía no es antifilosófica en el sentido de ser no filosófica. Al contrario, el antifilósofo no quiere evadir o destruir la filosofía, sino llamar la atención de las formas del conocimiento que la filosofía no puede conocer, afrontando la filosofía y subvirtiendo sus afirmaciones.

Luego de una larga correspondencia con los surrealistas franceses, el rumano se establece en París en 1919. El Surrealismo nació de las cenizas de Dada. Pueden ejecutarse juntas las acciones opuestas, en una sola y fresca respiración. A favor de la continua contradicción.

El arte no es cosa seria, se los aseguro.

Antifilosofía. Una táctica que despliega una hostilidad intelectual que busca fulminar, impacientarse en contra de la filosofía. Hostilidad dentro del propio pensamiento, lleva a la caza las ideas. Destruye las gavetas del cerebro y las de la organización social.

Hacia 1935, luego de reconciliarse con los surrealistas, se separó definitivamente de ellos para seguir su espíritu marxista, adhiriéndose al Partido Comunista Francés. En 1947 se sumó a la resistencia francesa. La antifilosofía funciona también como emblema de una afiliación, una declaración polémica y enunciado de un método en la literatura y el arte, politizados pero sin programa.

Tristan Tzara murió en París, Francia, el 25 de diciembre de 1963.

El poeta está sometido, a todo lo largo de su vida productiva, al ejercicio de ese movimiento donde se juega toda su existencia. Es de esta manera como vive la poesía. La vive en cada momento donde se afirma su existencia. Ella es una sucesión ininterrumpida de negaciones de la negación. Antifilosofía de la antifilosofía.


Autores
(Ciudad de México, 1989), doctora en literatura latinoamericana por Cornell University. Psicoanalista en formación. Ha publicado múltiples textos académicos y crónicas en revistas nacionales e internacionales. Su libro Curaçao: costa de cemento pueblo de prisión (FETA: 2019) fue ganador del Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay 2019.