Tierra Adentro
Collage de Irad León

El 11 de enero de 1992, la industria musical se cimbró cuando un grupo originario de Aberdeen Washington de nombre Nirvana, llegó a la cima del top 200 de Billboard, como el más vendido por su segundo álbum de estudio titulado Nevermind. En el camino dejó atrás al álbum Dangerous de Michael Jackson que casi todo diciembre y principios de ese enero estuvo en el primer lugar.

A partir de ese momento, el Nevermind y Nirvana se convertirían en la punta de lanza del movimiento grunge que se desarrolló principalmente en la segunda mitad de los años ochenta y principios de los noventa, dándole voz a una generación hambrienta de algo que pudiera ayudarles a salir de su monotonía y pesadez de vivir vidas sin futuro.

Se dice que la primera persona en utilizar la palabra grunge como adjetivo de un sonido musical fue el vocalista de Mudhoney, Mark Arm, quien, utilizando la jerga local, adjetivó de esa manera como un sinónimo de grungy (que en ingles se refiere a algo sucio). Esto lo hizo para criticar a una de sus antiguas bandas diciendo que eran “¡Pure grunge! ¡Pure white noise! ¡Pure shit”, o sea nada bueno y más bien algo tirado a una pose. De cierta manera, ese adjetivo quedaría a la perfección para denominar al género en el que predominaban las guitarras sucias y ruidosas, voces desgarradas y gritonas, así como baterías pesadas y repetitivas, como quizás, se puede ver precisamente en su banda Mudhoney en el disco Superfuzz Bigmuff del 88 y en canciones como “Touch Me Im Sick” o “Hate the Police“.

En sus inicios el grunge surge como una reacción contrapuesta al dominio popular del llamado Hair Metal o Glam Metal, que tenía exponentes como Motley Crew, Poison, Skid Row o Bon Jovi, grupos que exacerbaban las fiestas y el alcohol, sus logros sexuales y el consumo de drogas, estando casi siempre en los primeros lugares de popularidad en gran parte de la década de los ochenta.

Pero el grunge también surge de la necesidad de decir lo que la juventud pensaba, desde la intimidad y la crudeza, para señalar lo que les venía sucediendo a los jóvenes de los ochenta a partir de las políticas del presidente de ese entonces, Ronald Reagan, que no les ayudaban en nada, ya que, si no tenían dinero o no vivían en una de las grandes ciudades de EUA, el futuro que les esperaba no era nada bueno.

Ante esto, diversas bandas comenzaron a llegar a Seattle porque ahí podían ser ellos mismos, podían beber y tocar para ellos y sus amigos; ser nerds o parias sin importar ser señalados; podían mostrar lo que quisieran: enojo, dolor, angustia, miedo, ira. Además, la ciudad no era tan pretenciosa como Nueva York o Los Ángeles que, en ese momento, eran las ciudades en las que la industria musical se movía. Si bien había bandas que se preocupaban por su música y letras, otras no lo hacían tanto, estaban ahí solo para rockear y pasarla bien, sobretodo en esos primeros años en los que el género y la escena de Seattle se estaba formando.

El primer momento en el que la escena como tal comienza a fundarse, es sin duda cuando en 1986 la discográfica independiente CZ Records lanzó un disco recopilatorio nombrado Deep Six, como una especie de crónica de lo que comenzaba a surgir. En él se encontraban seis bandas que en ese entonces eran las más representativas de Seattle: Skin Yard, Soundgarden, Melvins, Green River, Malfunkshun y U-Men. En general, el sonido que presentaban era agresivo, juntando un poco el Heavy Metal con el Hard Punk de los setenta y que, sin duda, dejaba ver un sonido distintivo casi regional que no se había escuchado en ninguna parte de EUA, sonando muy ruidoso, pesado, muchas veces inimaginable según algunos críticos.

Ese mismo año, Bruce Pavitt y Jonathan Poneman fundarían su sello independiente Sub Pop y lanzarían otro álbum recopilatorio llamado Sub Pop 100 que incluía a varios artistas de la escena underground de Seattle que, en principio, no compartían precisamente géneros musicales, pero sí presentaban su música en la ciudad como Steve Albini, The Wipers, Sonic Youth, Skinny Puppy, entre otros. A Sub Pop también se le unirían personajes que a la postre se convertirían en leyendas como el productor Jack Endino (quien produjo los tres primeros discos de Guillotina, la primera banda mexicana de grunge) y el fotógrafo Charles Peterson, para hacer de la disquera, un hito de la industria.

Después del buen recibimiento de ambos discos recopilatorios, Sub Pop se encargaría de comenzar a fichar a estas bandas emergentes pero que, sin duda, ya tenían un recorrido hecho. El primer EP que sacaron fue el Screaming Life de Soundgarden en el 87, seguido del Superfuzz Bigmuff de Mudhoney en el 88 y, en estado cumbre, editarían el Bleach de Nirvana en el 89.

Algo que fue muy popular y distintivo de esta disquera fue que a la par de grabar los EP o LP de las bandas, también editaban su llamado Sub Pop Singles Club, en el que por una subscripción mensual, mandaban sencillos de las bandas más interesantes del momento. Curiosamente, el primero que mandaron fue el “Love Buzz” de Nirvana en el 88 y que además traía la canción de “Big Cheese” en el Lado B.

Cabe mencionar que Nirvana llegó a Sub Pop con la recomendación de los Melvins, banda de la cual Kurt Cobain era muy fan. Su primer disco, Bleach, solo costo 600 dólares y tuvo una muy buena aceptación por parte de los seguidores acérrimos del grunge. En entrevistas Jack Endino, productor del mismo, menciona que, si bien casi todas las canciones del disco se adecuaban a lo que la escena presentaba, la canción “About the Girl”, sobresalía de las demás por su estética más pop, dejando ver que Cobain tenía influencias más fuertes y famosas como The Beatles, Pixies e inclusive R.E.M que se contraponían con las mas oscuras como Black Sabbath o Black Flag.

Pavitt y Poneman sabían lo que hacían y a donde querían llegar, no había límite y nunca reusaron eso, así que decidieron invitar al periodista Everett True de la prestigiosa revista británica Melody Maker, para escribir sobre lo que se estaba gestando en Seattle, siendo un concierto de Mudhoney y algunos sencillos de regalo lo que enamorarían al periodista para escribir un artículo que presentaría al grunge a todo el mundo.

Si bien los primeros conciertos de estas bandas empezaron a ser dentro de garajes, pizzerías, bares gay o donde se pudiera (regularmente con muy poco público), el artículo en la Melody Maker creo un eco asombroso que poco a poco fue aumentado al público que asistía a estas tocadas, los foros crecieron en cantidad y tamaño, y cada vez más revistas especializadas en música empezaron a hablar de lo que sucedía en Seattle, y desde luego, los fanzines underground que siempre reseñaron lo que estaba pasando.

Con todo el trabajo propuesto por Sub Pop aunado al descubrimiento de más y más bandas que llegaban a Seattle para tratar de emular esos sonidos que empezaron a ser más reconocibles, el denominado grunge comenzó a crear una imagen más estética y elaborada, que comenzó a crear realmente un movimiento, una escena de la que muchos artistas de todo EUA querían ser parte.

Conforme la escena crecía, bandas pioneras como Green River evolucionaron al separarse y crear bandas más reconocibles como Mudhoney o Mother Love Bone. Incluso Melvins empezó a bajar de decibeles a su música quizás para tratar de encajar en la escena, pero finalmente prefiriendo regresar a su sonido distintivo un poco más alejado del grunge.

De igual modo, disqueras como EMI, SONY, PolyGram, AM Records, Legacy, Epic, entre otras, comenzaron a contratar a estas bandas y a promover cada vez más y más ese sonido independiente e innovador del que ya se hablaba en todos lados. Sin embargo, los principales fundadores del movimiento y del género, comenzaron a sentirse fuera de todo eso, sintiéndose mal por contradecirse al estar dentro ya del mainstream cuando eso era lo que no querían. Quizás eso hizo que el grunge comenzara a estancarse, necesitando refrescarse y solo la furia y desparpajo de Cobain y compañía podían enderezar el camino.

Con bandas como Soundgarden, Alice In Chains y Screaming Trees firmados con grandes disqueras y con álbumes recién publicados, parecía que Nirvana quedaría bajo las sombras de esas bandas ya más hechas, pero fue todo lo contrario. En el 91 Nirvana decide separarse de Sub Pop y firmar con DGC Records y comenzar a grabar Nevermind. Hubo muchos problemas, desde el cambio de ciudad (se fueron a L.A.) hasta el cambio de baterista (Dave Grohl se une a la banda). Las canciones no se podían terminar y se grabaron sobre la marcha, incluso contrataron al productor de Slayer, Andy Wallace, para mezclar el disco y que sonara con la rudeza que Cobain quería.

Un momento cumbre en el que el grunge se da cuenta de que había reencontrado el camino fue cuando Nirvana versionó por primera vez “Smell like teen spirit”. Es así como el 17 de abril de 1991 la banda decide hacer un concierto sin previo aviso que los ayudaría a obtener algunos dólares extra para su viaje a L.A. En ese lugar oscuro dentro del O.K. Hotel de Seattle, Kurt, Krist y Dave reventaron el lugar en tan solo cinco minutos y medio, con una letra apenas entendible, pero con un sonido furioso que subía y bajaba, haciendo que los presentes enloquecieran ante esa canción nueva y pegajosa que, sin saberlo, se convertiría en el himno de la generación X.

Smell like teen spirit” fue el primer sencillo de su segundo álbum causando una buena aceptación tanto para la crítica como en los fanáticos, sin embargo, lo que detonó toda esta explosión en torno a ellos y posteriormente al grunge, fue el video dirigido por el joven Samuel Bayer (quien a partir de ese momento sería el productor de múltiples videos musicales de bandas como Metallica, The Smashing Pumpkins, Garbage, entre otros), que ayudó a que la banda terminara de explotar ante las masas. Pura energía, puro ruido, mucha actitud y sobre todo desparpajo, hicieron que el video y la canción hicieran un clic inmediato con toda la audiencia que veía y escucha a Nirvana y, aunque no guste, ese primer debut en MTV el 29 de septiembre de 1991 tuvo mucho que ver en eso.

Con el video de “Smell like teen spirit” en la rotación continua de MTV, Nevermind vendió más de medio millón de copias en tan solo una semana y llegó al lugar número uno de ventas en el top 200 de Billboard como el más vendido. Es en ese día, el 11 de enero del 92, donde la crítica supone un antes y un después dentro del grunge, fue el comienzo de una subida que parecía no tener límites y es que ese disco, producido por Butch Vig tenia vida propia con canciones tan brutales como “Breed” o “Territorial Pissings”, a otras más elaboradas e intensas como “In Bloom” o “Polly”.

Sin embargo, para el mainstream “Smell like teen spirit” fue lo que se llevó el disco, provocando muchas controversias de cualquier tipo. De inicio, muchos decían que el riff principal era idéntico al de “More Than A Felling” de Boston, otros más que sonaba al riff de la canción “Louie Louie” versionada por The Kigsmen. Años más tarde Dave Grolh confesaría que la canción le pareció un hurto a la banda Boston, por la base del bajo y la guitarra que solo tocaba una nota. Un par de años después Cobain confesaría a la Rolling Stone que mientras trataba de escribir su canción de pop definitiva, “estaba tratando de imitar a los Pixies. Tengo que admitirlo. Cuando escuché a Pixies por primera vez, me conecté tanto con esa banda que hasta pensé que debía estar en ella. Usamos su sentido de la dinámica, ser suave y callado y luego fuerte y duro”. Grohl también lo admite, y es que con ese sonido de lentos en el verso y estridentes en el estribillo o al revés según la canción, los Pixies habían triunfado.

Otra polémica fue que el nombre de la canción hacía referencia a un desodorante femenino llamado “Teen Spirit” de la marca Speed Stick, algo que Kurt ignoraba, enamorándose de la frase “Kurt smell like teen spirit” cuando Kathleen Hanna la escribió en una pared. Sin embargo, Cobain no entendió la burla por parte de la integrante de Bikini Kill y tomo la frase como un eslogan lleno de anarquía, aunque el verdadero significado era más simple: que Kurt olía como su novia Tobi Vail, también integrante de esa banda de punk.

Ante este tipo de controversias aunadas a otras venideras como el noviazgo de Kurt con Courtney Love, el supuesto abuso de drogas, la depresión y la futura vida que le esperaba como padre, de Nirvana y de Cobain se hablaba en todos lados, muchas veces ignorando lo que realmente era importante: su música.

A pesar de haber salido un mes antes que el Nevermind, el disco Ten de Pearl Jam fue casi ignorado, sin embargo, al llegar Nirvana a los más vendidos, Ten fue el segundo gran éxito que catapultó al grunge a otro nivel, seguido del Dirt de Alice In Chains y por el Badmotorfinger de Soundgarden. Incluso, para que las grandes disqueras siguieran ganando, el disco homónimo de Temple Of The Dog que había salido un año atrás y que no tuvo gran boom, fue relanzado volviéndose de igual manera un éxito de ventas, ya que tenía el plus de que en esa banda estaban integrantes tanto de Pearl Jam como de Soundgarden, además era un tributo a uno de los precursores del género, el vocalista Andrew Wood que había muerto de una sobredosis de heroína en 1990.  En ese año de 1992, era un hecho de que el glam metal estaba enterrado y el pop por primera vez en la historia había sido superado por un género derivado del rock y salido de las sombras: los marginados habían triunfado.

Ante tal éxito, las disqueras tanto independientes como comerciales, empezaron a querer encontrar al nuevo Nirvana, al nuevo Pearl Jam, incluso empezaron a firmar a bandas que nunca habían tocado en vivo, grabándolas y mandándolas a los escenarios y, por obviedad, muchas quedaron casi de inmediato en el olvido ante tan pronta exhibición.

Sin embargo, la mina de oro estaba puesta y pronto otras industrias empezaron a promover en demasía todo lo que tuviera que ver con el grunge, les encajara o no, empezando a crear una imagen establecida del género, casi como un decálogo que eso sí, incluía el rechazo a lo cotidiano y a las cosas complicadas, rompía con las barreras culturales establecidas, e irónicamente, decían que era un movimiento anticonsumista y anticapitalista.

El efecto de promocionar al grunge como una etiqueta, comenzó a desviar la atención de diversos artistas que estaban creando música que no era grunge, pero realmente a la industria no le interesaba, ya que empezó a englobar a todos los que estuvieran haciendo algo en Seattle como grunge, sonara o no a eso. Valerie Agnew criticó eso, que las disqueras “se enfocaron en un tipo de música cuando en realidad eso (el grunge) es bastante inexacto, porque hay todo tipo de bandas aquí (en Seattle), hay bandas raras, de jazz, funky, hip hop, punk rock, metal, hay un montón de cosas aquí, de bandas diferentes, siempre las ha habido”.

Artistas de la vieja ola como Eddie Vedder, comenzaron a ver que todo eso los estaba cambiando para mal, sobre todo la identidad de las bandas pues ya no era como antes como lo dice en una entrevista para el documental ¡Hype! 1996, “lo que se creaba era por la libertad, hacías lo que querías, pero el comercio se involucra y tan pronto como comienza a pasar por esos canales, de generación de dinero, todo cambia”.

Sin embargo, Pearl Jam fue una de las bandas que más se benefició ante el enamoramiento de la industria por el género y, a pesar de tener pocos shows en vivo y ser una banda relativamente nueva, Epic Records los firmó de inmediato casi sin saber que cada uno de los integrantes, tenían un pasado excepcional por la escena de Seattle, integrando bandas como Green River, Mother Love Bone o Temple of the Dog. Esto era algo que desconcertaba a Vedder quien criticó justo eso, como un grave error que las disqueras “no fueron más lejos con las bandas que ya estaban aquí (en Seattle), incluso antes de las que están siendo explotadas. Eso es lo que me hace sentir culpable del éxito de nuestra banda, porque debería haber sido extendido hacia el éxito de varias bandas de aquí” refiriéndose a ese pasado que en ese momento parecía haberse borrado para los que manejaban la industria.

Con esa explosión mediática, había tantas bandas en Seattle que era imposible reconocerlas, se decía que al menos había mil bandas, aunado a que más y más grupos seguían mudándose a Seattle, con la esperanza de ser famosos, ya no importaba si eran buenas o malas agrupaciones, la suerte también empezó a jugar con ellos.

Hollywood también hizo su aporte para que el grunge siguiera en boca de todos, quería ser parte de y en septiembre del 92, para hacer más notorio el año de la explosión, Warner presentó la película Singles. Este largometraje fue protagonizado por Bridget Fonda, Cambell Scott y Matt Dillon, la historia se centra en 6 jóvenes en los veinte, que eran solteros y vivían en el mismo edifico en Seattle, tratando de descubrir sus vidas y, obviamente, uno de los personaje (Dillon) tiene una banda y quiere ser famoso.

Lo gracioso es que más allá de que la historia se desarrolla en Seattle y se idealiza mucho la escena grunge, hay apariciones o cameos de artistas como Stone Gossard, Jeff Ament y Eddi Vedder que hacían de integrantes de la banda ficticia de Dillon llamada Citizen Dick. Cabe mencionar que sus escenas las grabaron en 1990 cuando aún no se llamaban Pearl Jam y obviamente no sabían del éxito que les esperaban. También aparecen bandas como Alice In Chains y Soundgarden, así como Chris Cornell en un papel un poco más extenso, pero igual de efímero. Sin embargo, la importancia de Cornell en el filme fue que escribió algunas canciones para la película siendo “Spoonman” la que más ruido hizo. Un dato extravagante fue que se decía que esta película inspiró, a la postre, la serie Friends, igualmente producida por Warner.

De igual manera hay otra película que, sin ser tan obvia, hace referencia al grunge: protagonizada por Adam Sandler, Steve Buscemi y Brendan Fraser de nombre Airheads, que salio en el 94 y que va de una banda no muy buena que asalta una estación de radio para obligar al DJ a que ponga su demo.

La explosión fue tal que Seattle y sus grupos empezaron aparecer en todos lados, programas de concursos, talkshows, comerciales de TV, anuncios para publicitar productos y también en revistas del corazón o de música pop, parecía que todo estaba fuera de control, como se puede ver en este comercial pretencioso que decía: “La música de Seattle es tan progresiva como la gente. Escucha a Pearl Jam, Soundgarden, Nirvana. ¿Dónde puedes conseguir el sonido de Seattle? La mejor compra: Best Buy”

Collage de Irad León

Collage de Irad León

Los diversos reportajes que comenzaron a salir en noticieros y periódicos comenzaron a ser banales, los entrevistadores ni siquiera se preocupaban por saber con quienes estaban, confundiendo a músicos y bandas sin siquiera importarles, “ni siquiera hablaban de música sino de lo que usábamos o si la chica de la banda antes se afeito las axilas o no”, decía Selene Virgil de la banda 7 Year Bitch.

Finalmente, y como cereza del pastel, la moda empezó a definir y a hacer suya las vestimentas grunge, ayudando a quien así lo quería a vestirse como estos artistas o personas que vivían en Seattle, desde el más pequeño del hogar hasta el abuelo. Las camisas a cuadros de franela fueron el primer estereotipo para usar si se quería vestir en la moda grunge: amarrada en la cintura si era mujer o sobrepuesta por encima de una camiseta si eras hombre. Algo gracioso de esto era que Seattle era territorio de madereros y esas camisas no las usaban por modismos, sino porque así era su día a día desde siempre.

Después de eso se adhirieron otras prendas como las gorras al revés como las usaba Eddie Vedder, los boxers y shorts largos de mezclilla, las botas negras que todos conocemos y que la mayoría hemos usado, entre otras más, inundando los almacenes y tiendas de todo EUA a precios infladísimos, marcado de igual forma porque el estilo grunge había llegado a los desfiles de moda y a los aparadores de la 7th Avenue en Nueva York.

Collage de Irad León

Collage de Irad León

Kim Thayil, guitarrista de Soundgarden, reflexionó sobre la incomodidad de estar dentro del éxito que había logrado el grunge: “era lo nuestro y de repente le perteneció a personas con las que nunca pensaste que estarías compartiendo tu música, con publicaciones mainstream o revistas de moda y comencé a pensar que había gente que ganaba dinero vendiendo la idea de la escena de Seattle o del grunge”. En su entrevista para el documental ¡Hype! 1996, menciona la decepción que sentía al ver como estaba siendo parte de algo con lo que ya no se asociaba: “los consumidores de la cultura pop no tienen ningún interés en la historia, la economía, la ciencia o el arte, están mas interesados en los chismes, la naturaleza de la celebridad y no es alentador descubrir que participas en esa sociedad de una manera u otra”.

Ante este tipo de incomodidades, Nirvana y Pearl Jam empezaron a ser más críticos en sus entrevistas, a decir lo que les parecía bien y lo que no, a veces con ironía y sarcasmo, otras más sin pelos en la lengua. Comenzaron a tomar nuevamente el control de su música e imagen que la industria les estaba quitando. Empezaron a mostrar en su música críticas a la sociedad que se dejaba guiar por lo que les imponían como en el disco In Utero, en el que Nirvana criticaba a la industria músical, a su fama y fortuna, y a los supuestos fans que los idolatraban solo por conocer “Smell like teen spirit”, incluso su sonido fue salvaje, más agresivo, despegándose un poco del grunge para ser más alternativos. Pearl Jam a su vez se desvinculó de todo lo mediático con una narrativa más crítica a su entorno desde lo social hasta lo político.

Nirvana empezó a criticar a MTV por las censuras que empezaron a tener, poniendo en jaque las transmisiones del canal cada que ellos estaban invitados. En contraparte Pearl Jam decidió suspender toda una gira porque Ticketmaster había subido los precios de las entradas a sus conciertos sin razón alguna. Los máximos exponentes del grunge ya no estaban de acuerdo con la posición en la que el mainstream los había dejado.

Pero quizás el acto más crítico, terrible y contundente fue por parte de Kurt Cobain quien en múltiples ocasiones mencionó que ya no estaba cómodo con todo eso que se le adjudicaba y decidió refugiarse en las drogas y el alcohol ante la falta de ayuda que no llegaba o que más bien ya no quería tomar. Al igual que muchos otros integrantes de la escena de Seattle, ya estaba cansado de una fama que nunca quiso. Es así que el 5 de abril de 1994 decide quitarse la vida dejando una nota que decía “es mejor explotar que seguir desvaneciéndose”.

A tres años de haber estallado todo eso que contenía el grunge, el sonido de Seattle empezaría a caer con la muerte de su figura más icónica. Vedder, cada vez más centrado y enfocado en lo que buscaba, dejó esta gran frase que, a mi parecer, quizás resume lo que al final fue el grunge en esos días finales: “El éxito puede destruirlo todo, puede destruir lo que es real. Lo que es la música para ti o lo que es real que es tu vida. Puede convertirlo en una mercancía, ¿a qué costo? Al tuyo, a tu vida, a tu música, y se supone que tienes que ser feliz porque tienes éxito”.

Si bien el género continuó por algunos años más con bandas potentes como los Stone Temple Pilots, Foo Fighters, Soundgarden y los mismos Pearl Jam, con grandes frontman como Scott Weiland, Dave Grohl, Chris Cornell y Eddi Vedder respectivamente, sin Nirvana y Kurt Cobain ya nada volvió a ser lo mismo, la explosión comenzó a desvanecerse.

El grunge nació de los bajos fondos, de los suburbios, de la juventud que no tenía futuro u oportunidades, que vivía en la desidia y monotonía de lugares influenciados por la TV y el catolicismo. Conjuntó todo lo que le precedía como el heavy metal, el punk, el hard punk, el post punk, el rock & roll, para convertir todo eso en un sonido más denso con una narrativa intimista, crítica y a veces más triste y desoladora de lo que se pensaba. Imposible definirlo dicen sus más fieles seguidores, y quizás por eso, es que aún en estos días, el grunge sigue presente de una manera u otra, aun hablándose de él, porque el grunge fue espíritu, rabia, depresión, mugre, ira, muerte, fue el renacer de la música.