Cuatro poemas
3. en nuestro sueño los vecinos le suben el volumen al vacío cuando el viento cesa o se corta la luz sin aviso (no sabemos dónde se escondieron las palomas ni las marchas ese día) y del árbol en el pasaje un secreto e inscripciones cuelgan como visión de ojo contra ojo (amanecer de fuego, costra de vino en la playa) o de callarse en la cascada ahorcando convexo, el reflejo trozos de cristales pulidos por la ola e insistencia (nuestro ir y venir en el derribe) una imagen, el poema mi primer acercamiento la violencia
11. y no podemos dormir y no queremos despertar me dijo soy la hija del mayor asesino de la historia y te amo como tromba marina yo miré debajo de la cama y en la ducha algo se me queda y no puedo largar pensé y no dije mira, aquí estás con tu mejor amigo muerto bajando las escaleras del puerto estuve en Pisagua leyendo los muros en el desierto, junto a los japoneses no hay dónde correr la miré y la supe pálida te esperé, dijo, donde faenan ballenas en Quintay en la playa donde encallan los pingüinos plastifiqué todas las tarjetas que publiqué en los almacenes aquí me ofrecí a lavar ropa y de nodriza éstas son mis manos y ésta es otra foto estás solo en el continente y tienes rabia ¿notas las tablas, las piedras en los techos la tormenta que contienen?
24. dormir en el aeropuerto con la persistencia en la retina de una aduana y un desierto, refundar el desprecio y extraviarse en la noche con compañeros de labores y materiales de trabajo: filos de obsidiana, alerones y nuestra sombra (leviatanes del Pacífico sur) sobre poblaciones humanas de abril y sueño, el resultado: sólo piedras y un desafío: suerte en hojas de coca, taxis y vodka, arrojo vulnerable de este viaje para regresar al mismo baldío (siempre son las 4:31 am), lozas de un despegue y un temblor, pestañeo de neón, alguien te sueña tatuado y violento en conquista del glaciar, pero sólo hay kilómetros y ciudades fundadas en el plomo, piernas que se extienden como espuma, de espaldas en la arena una fracción mínima e incorregible del universo se contrae y expande, como un coche bomba, al develar un alunizaje de lengua y labios para interpretar columnas de ceniza volcánica y el rostro de la muerte en el fuego 40. el pasado es reconocer el agua una tarde y álamos despedirse en una playa volcánica por la luz del ojo de madera intermitencias geográficas y diversos oficios una mochila que sólo contiene cosas sencillas como jabón o cenizas