Adelanto: La Castellane errante, de Pablo Piceno
En su poemario ganador del Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2018, Pablo Piceno aborda el vagar de los cuerpos humanos a través del contexto del Perú colonial y el contexto más moderno de las migraciones en Europa, refiriéndose tanto a epístolas entre el virrey de Perú y el rey de España como a la biografía de Zinedine Zidane. La Castellane errante se apropia de sucesos, en apariencia desvinculados, para tejerlos dentro de un original relato poético sobre la migración y sus efectos.
demasiado castellano me hizo daño
tanto que después de veinticuatro horas en bote
encañonado y aventado al suelo por tres concha de su madre
llegué por fin a la isla de la promisión
y nada de cuanto se dijo entendí
hasta ahora tengo mis dudas
¿es lícito acaso objetar que padecían un retraso de quinientos años?
¿que no lograban enunciar una sentencia lógica?
¿que hablaban ruidos como animales
en un establo más grande que la urbanidad limeña
que la entera Amazonía pasa hambre de una a otra
generación de más hambre
inanición de más tierra
herencia cultural que es no poder enunciarse en ninguna lengua
deste rreyno del Pirú de las Yndias?
no es que nadie diga nada
o que estos yndios mandoncillos
y demás yndios comunes o personas
les carezca más coherencia
[es que tantas letras te atrofió el cerebro Paulo
llévate tu cojudez a las arcas de la casa de Ámerica a la rae
a la biblioteca de Vargas Llosa]
lamento así se diga lo contrario
no haberme podido estar unas semanas más
entre las bestias que buscando en la rudeza de su engenio
entre tanto indio calato y tanto puerto vacío y tanta lluvia que hace todo
triste como un puerco colapsado o incluso peor
entre tanto no ser letrado ni dotor ni lesenciado ni latino
pero un día empecé a quemar mi propio cuarto
que en dormir dormía poco
me espantaba que las ratas se pasearan por el techo
como piedras de una culpa ancestral que se agolpaba
y ya no quería parar
les hablé de cuanto daño conocía
me inventé la solución endémica
hasta que mal de mi cabeza me senté a llorar
olvidándome de la esencia intemporal de Occidente
de la metafísica de la unificación de las conciencias
de la mínima unidad de sentido del psicologismo
de las diferentes lenguas que antes tuvieron una
por mandato de Dios mismo
y no supe ya decirlo nunca igual
ni remedar mi lengua castellana salva del abismo
por delante de la quichiua ynga aymara
poquina colla canche cana charca
chinchaysuyo andesuyo colla y condesuyo
y ese bote que atravesara la selva
inundándose bajo la lluvia inhóspita
esa palabra vi cómo se hizo líquida
como si se orinara contra mí
por más ridículo que suene
desde ese día hasta hoy
si es que hablo castellano todavía
es porque no me acostumbro
a haberlo abandonado allá