Me gusta repetir la palabra fandango cuando nadie me escucha, llenarme la boca con la cadencia y el latido profundo que, en mi memoria, tienen los versos: acitrón de un fandango… Repito varias veces en conjunto con el resto, en voz alta, sabaré de tarantela… y por fin siento cómo la ronda me toma en su poder.