Chihuahua es mi interior, el clima nos empuja a los adentros. Para mí, ser artista significa ser investigador de mi realidad para tratar de encarnarla. Trabajo aleatoriamente entre las dis- ciplinas, siempre con el mismo tema. Trato de no vivir bajo las sombras del pasado o la imaginación del futuro, me parece nostálgico y acrítico. Mi influencia es mi contemporaneidad.
Inicié en la música. En el conservatorio la partitura me apresaba; las máquinas hablan más de mí que los sonidos de la naturaleza. Luego estudié Letras. Me publicaron un libro, pero seguía atrapada en un monólogo. Así llegué a medios alternativos, donde puedo integrar todos los elementos que me interesan. Trato de ir del espacio privado al público y a la inversa. He experimentado con la manera en que codificamos el mensaje de uno a otro.
Chihuahua tiene menos presupuesto destinado a la cultura, comparado con otros estados de la frontera son casi inexistentes las personas actualizadas y dedicadas al arte que permanecen o llegan a trabajar aquí y puedan hacer escuela. Esta situación me empuja a otras latitudes. Aprendí a ver la oportunidad en estos vacíos, pero queda poco tiempo cuando también tienes que ser gestor, productor y divulgador, aunque esto último es común en todo el país. En específico, si te interesa producir medios alternativos, nuevos medios o earth art, por mencionar algunas tendencias, para las instituciones todo es “artes plásticas”. Y a todas las categorías de creadores en el estado (teatro, danza, música…) nos atiende la secretaria del Coordinador de Atención a Creadores; ella trata de orientar, recibe proyectos y da seguimiento. En el último par de años nació un interés por políticas como “reconstrucción del tejido social”, abriendo otras oportunidades a los creadores. Aunque no estoy de acuerdo del todo con estas estrategias, sí creo que cualquier oportunidad es buena para avanzar entre tanto desierto.
Respecto al estado actual del arte en México, algunas iniciativas sobre lo comunal nos dan ejemplos y opciones de cómo resolver los vacíos entre lo privado y lo institucional: La Casa de Cultura, en Mazunte, o la Biblioteca Comunitaria Hoja de Ruta, en Juárez. De sur a norte están encontrando los modos de llevar el arte a todos. Creo que esto nos da más producción y rescata al arte de ese tufillo elitista.
No es que las tecnologías vayan a cambiar el arte, pero han ido modificándolo desde los setenta. Posteriormente, el blog nos dio acceso a filosofías como el do it yourself, Facebook ha funcionado como una ruta de enlace y Twitter como el laboratorio de escrituras de lo inmediato. Las tecnologías caminan con nosotros democratizando el conocimiento, que es el germen del quehacer artístico. Podemos encontrar un par de ejemplos de esto en el trabajo de Alejandra Aragón, de Juárez, que hace foto y cortometraje, y el de Bieno Jiménez, de Chihuahua, que escribe, hace foto y música.