He sido profesor de primaria en la Sierra Sur de Oaxaca. Eso aparece en mis escritos, pero también aparecen ambientes indeterminados. Los ambientes rurales que describo son una recreación de la realidad que he vivido.
No existe lugar adecuado para escribir. Uno debe aceptarse solitario, marginal, desarraigado. Nunca se escribe desde la comodidad. Trabajé años en la montaña, luego salí a estudiar. La experiencia se acumula. La ciudad ofrece posibilidades para la narrativa, pero no creo en la separación de la literatura de lo rural y de lo urbano. Existe la literatura y no dicotomías. Faulkner, Eustasio Rivera, Guimarães Rosa, Juan de la Cabada, Rulfo, Cormac McCarthy, Daniel Sada y Leonardo Da Jandra son muestra de lo que se puede lograr narrando la ruralidad en literatura, es toda una tradición literaria que se actualiza.
Saber que me dedicaría a escribir fue un proceso rápido. Luegode publicar mi primer texto pasé a una etapa de silencio. Debemos escribir para que el lector no se sienta defraudado. La escritura es un intento por llegar a un lenguaje que muestre la dimensión de lo humano, aunque siempre habrá algo no del todo esbozado. Escribo para explorar con el lenguaje la finitud de la vida y continuar un diálogo con los escritores que admiro.
Aunque evito lo autobiográfico, más allá de la forma o el estilo, detrás de cada texto hay vivencias, frustraciones, estados de ánimo que como autor trata uno de esconder, y hay que asumirlo.
Como sabemos, el país vive una gran violencia. Los escritores se han enfocado en escribir novela policiaca o del narco, lo que trivializa más la violencia y deshumaniza. Tal vez es pertinente señalarlo, pero la crónica periodística es ahora más necesaria, porque enriquece la realidad aunque los argumentos que expone provengan de hechos reales.
Tengo un gran aprecio por la literatura japonesa. Admiro a Soseki, Tanizaki, Mishima, Ozamu Dazai, Kawabata, Ōe, por la percepción que tienen de la naturaleza, algo cercano a la ruralidad. Admiro al angoleño Gonçalo Tavares, por la forma precisa de narrar y armar un discurso literario coherente. También las novelas de McCarthy por la profundidad de su lenguaje: sus palabras precisas para narrar cada detalle, a pesar de que casi todo transcurre en el campo y con personajes vagabundos. Si pensaba que Rulfo había logrado captar con cierta poesía y brevedad los paisajes rurales, McCarthy construye un mundo donde después de cerrar el libro queda la sensación de haber sido testigo de algo que sólo la literatura puede construir.