Vivir y trabajar en Puebla ha sido determinante. Es un punto de conexión y tránsito con el D.F., una puerta al sur y al centro. Es una ciudad que te permite trabajar con fluidez. Hay acceso a casi cualquier servicio. Si aquí no hay algo, está a una hora y media de distancia. Casi toda mi vida he vivido en Puebla. Tener aquí el apoyo de mi familia ha sido determinante para dedicarme a la fotografía. Mi papá me ha acompañado a hacer scoutings y sesiones. Trabajar habría sido más complicado (o imposible) sin ese apoyo inicial.
Al final de la carrera de arquitectura —en el Seminario de Fotografía Contemporánea (SFC), en 2011— me di cuenta de que la fotografía cubría necesidades que no lograba sólo con la arquitectura. Luego de un largo periodo de desgaste físico y mental, a mitad del demandante SFC, aposté por ella y ha sido mi ocupación principal.
Hay aspectos de la arquitectura que aún me contrarían. Al distanciarme, también he ido reconciliándome con ella; incluso, he trabajado en proyectos de colaboración con arquitectos. Es vital en mi desarrollo como fotógrafo y me alimenta. No podría separarlas.
La fotografía me satisface en muchos sentidos. Cada día me convenzo del poder de la imagen para explorar temas personales y más amplios: lanzar preguntas, aprender, investigar. Es una necesidad. Soy incapaz de invertir energía (mental o espiritual) durante largo tiempo en un proyecto. Descubro hasta dónde puedo llegar para volver después, como estrategia de relectura y de trabajo. Fotografiar también tiene implicaciones económicas y el estímulo del FONCA fue invaluable.
He pasado de conocer nada de fotografía a convivir con fotógrafos que admiro, ver a colegas tener éxito dentro y fuera del país. Creo que la fotografía en México atraviesa un buen momento y celebro el acceso a programas, foros e instituciones que en otros países no existen, lo que hace que crezcamos, aunque conlleve cierta falta de independencia autoral. Tal vez hace falta más fotografía experimental. No es casualidad ver mexicanos en programas internacionales como Photoespaña.
Admiro a Hiroshi Sugimoto y ha influido en mi trabajo. Construye un lenguaje propio con altísimo grado técnico y son admirables su constancia de trabajo y experimentación. Además ha hecho intervenciones del espacio, que lo convierten casi en arquitecto. Una fotógrafa que explora campos como la escritura o la informática es Taryn Simon, quien aborda temas políticos y sociales con inteligencia y sutileza, rebasando la idea de la fotografía tradicional.