Creo desde la cotidianidad, lo que siento, lo vivido, los temas actuales. Hacer arte desde Guerrero es emoción, responsabilidad y reto para transformar y evolucionar el arte en mi estado.Es un proceso difícil, pues hay momentos en que las actividades están fuera y uno tiene que moverse mucho. Lo importante es representar ese espacio donde crecí: Chilpancingo. Aunque también me he desarrollado en Morelos y en el Distrito Federal, además de que he viajado gracias a mi labor.
Lo que hago no es tan individual. El talento es único, cierto, pero no es lo mismo hablar del trabajo de un pintor o un escritor que del de una bailarina. Trabajo en colectivo, en una línea horizontal. En la danza el trabajo en equipo es muy importante, si falla alguien todo falla. Si uno lo hace bien, brillamos más. La premisa en mi trabajo es el amor, el compromiso y la disciplina: lo que me mueve para continuar transformando y creando.
No ocurre en todos los casos, sin embargo para la danza en la que participo existe financiamiento, distribución, espacios de exposición. Hay otros proyectos en los que conseguir el espacio es difícil y si no existe un lugar de representación, no hay forma de llegar al público ni de recibir retroalimentación. En nuestro caso, la gestión es con financiamiento a proyectos, invitaciones o utilizando los espacios disponibles.
El arte mexicano debe ser una política prioritaria ante tantos problemas sociales, debe ser una estrategia para la reconstrucción del tejido social y para generar mayor y mejor público, sobre todo en los estados. Así creceremos.
En este siglo donde la tecnología va en constante evolución, utilizarla como herramienta es fundamental para la inspiración de mi trabajo dancístico. A veces también hago trabajo de difusión, es más fácil llegar a más personas. Aunque se pierde la teatralidad, exponer los movimientos en la pantalla crea un espacio virtual al que puede ir más gente.