Ayer por fin dejé de suicidarme
Marco Antonio de la Parra, pilar de la dramaturgia chilena, afirma que cuando alguien se dedica al “oficio de las tablas” es porque le duele el alma; si partimos de esa premisa, entonces podemos asegurar que el teatro es la casa dónde hombres y mujeres deambulan, conviven y cantan a la vida a través de su dolor.
Nos duele el alma, es cierto, pero parafraseando a Müller, nos levantamos todos los días, arrojamos al reloj que fue nuestro corazón fuera de nuestro pecho y salimos a la calle vestidos con nuestra propia sangre. Hacemos teatro y lo hacemos en cualquier lugar que se preste para ello, nuestra casa es el mundo.
Habitamos calles, casas, departamentos; adecuamos espacios, los “intervenimos” y el mundo es un teatro.
Este blog es un álbum fotográfico de nuestro hogar.