«Se trata de un músico originario de Sinaloa, cuya creatividad trasciende géneros pues no se limita a un estilo. Ya sea dentro de la trova o la música norteña, electrónica, rock o punk, la libertad compositiva de este artista nos habla de un sinfín de oportunidades sonoras para los melómanos de corazones aventureros». Elizabeth Rosales, San Diego Red.
Ya son doce años desde que David Aguilar decidió trazar un collage de música popular mexicana-brasileña-española, resignificada a través de una estética próxima a la tríada rock, pop, folk. Si el mundo globalizado ofrece bondades, una sería la consolidación del eclecticismo como estandarte de una nueva generación de compositores que asumen las posibilidades de la multiculturalidad. El cancionero de Aguilar es un ejemplo de cómo desvirtuar el pastiche para construir un discurso musical propio, dueño de su presente. Además de ser el autor del himno del movimiento de ciclistas en México, «La cumbia de la bicicleta» (usado también en España y Colombia para promover el uso de este transporte), su obra se extiende en seis álbumes producidos de manera totalmente independiente, una colección de canciones y silbidos que sedujeron a músicos como Kevin Johansen y Jorge Drexler, quienes lo han invitado a colaborar en sus proyectos.