«Frente a frente, viéndose a los ojos, así es como todas las pláticas y conversaciones deben llevarse a cabo. Esa es la formación en vivo de estos dos; se llaman Coco y Orlando. Dos guitarras, un teclado y una computadora. Simple, sencillo, práctico, directo y a la moda. No, no usan cascos, pero sí, sí tienen barba, sí, los dos, hasta parecen hermanos». Redacción de lifeboxset.
Durante la década de los noventa, Monterrey vivió un momento álgido en creatividad musical que algunos críticos denominaron «la avanzada regia». Con la ola de inseguridad, dicha escena experimentó un declive que se detuvo el año pasado gracias a bandas como Clubz, un dúo de música electrónica que, tras el lanzamiento de Texturas, lo mismo incendia la pista de baile que los escenarios de festivales alternativos como el NRMAL o el Marvin. Inspirados en el sonido cutre de «la movida madrileña», lo suyo es un retro-futurismo kitsch que cada tanto se renueva con enfoques de distintos músicos regiomontanos. En una ciudad visceral se vuelve necesario producir música que invite a la celebración a través de texturas y atmósferas que aterricen con grooves bailables, letras directas y melodías pegajosas.