Revista Tierra Adentro núm. 129
Jazz y rock. La música del 20 en el 21
Agosto-septiembre de 2004
96 pp.
Decir blues, jazz, rock es nombrar parte importante de las vanguardias del siglo XX. Nacidos de un mismo cauce, y no nos referimos exclusivamente a la cuenca del Mississipi, el blues y el jazz tienen su origen en el periodo de la esclavitud norteamericana. Los negros escuchaban los cantos protestantes y poco tardaron en adaptarlos a sus propios fines: los llamados “cantos espirituales” hicieron su aparición y las canciones laborales, los primeros blues rurales y las marchas tocados por bandas en las calles y los salones de Nueva Orleáns al finalizar el siglo XIX y en los albores del XX. El estilo pianístico sincopado del ragtime se perfeccionó con el cambio del siglo. Después de la primera Guerra Mundial el blues y el jazz se convirtieron en la más grande aportación de la cultura norteamericana a la historia de la música.
Los puentes entre el blues, el jazz y el rock fueron el swing, la música country y la aparición en la escena social de la rebeldía de los jóvenes. Estamos en los años cincuenta, ha pasado la segunda Guerra Mundial y el desencanto juvenil se manifiesta imponiendo, entre otras turbulencias, nuevas formas de vestir, de cantar, de tocar, de vivir. Si el blues y el jazz surgen de la fusión de culturas afroamericanas, el rock es el resultado de la fusión del blues y el jazz con la rebeldía occidental. Y los tres sentimientos musicales siguen con vitalidad hasta nuestros días.
Sin pretender agotar tan amplísimo tema pero sí con el fin de mostrar algunas de las vetas de estas tristes y festivas expresiones, Tierra Adentro pidió al músico, poeta, historiador y editor Alain Derbez dirigir el presente número para viajar con un puñado de autores con diferentes melodías: historia, reflexión, ensayo, composición, poesía, artes plásticas, cuentos, entrevista. Abrimos con un breve homenaje al recientemente desaparecido maestro Juan José Calatayud, uno de nuestros grandes jazzistas, agradeciendo a su familia su generosa participación. Y desde ahí con los más diversos ritmos y tonos, el canto y la imagen nos convidad a conocer y gozar, a sentir y navegar algo de lo que se fragua en el silencio.
No podía faltar, en nuestro historial de las revistas culturales, La Mosca pertinaz, ese juego editorial con presencia cada vez más notable entre nosotros. Leer blues, decir jazz, brincar rock… todo se escucha en el silencio. No son palabras, son intensas obsesiones que aclaran la mente ¡Con permiso, ahora somos músicos y vamos a pasar!