A los dieciséis anos tuve conciencia de como el teatro me volvió un ser humano más integro. En poco tiempo sufrí una transformación abismal: mi pensamiento, mis emociones, mis palabras y mis acciones comenzaron a fluir con un camino concreto. Me sentía libre, feliz y en paz, y así decidí estar toda la vida. Conocer las teorías de teatristas importantes y a muchos maestros de la facultad hizo crecer mis expectativas sobre el hecho escénico.
Empecé a dirigir y a explorar el performance, los títeres y hasta técnicas de clown. Ahora me siento limpio y abierto, con una nueva visión en la que el teatro y la actuación no es limitarse a una exploración concreta, sino que el cambio mismo es la riqueza de las posibilidades teatrales.
Trabajar en La Paz es un compromiso, además de social, personal. Haber comenzado mi carrera ahí es un punto de partida para que, cada vez que emprendo un nuevo proyecto, la calidad aumente en relación con lo que he hecho. Además, La Paz es un espacio muy noble donde la vida es tranquila. Así que crear en ella es volver a mi infancia, a jugar seriamente en construir mi forma de hacer teatro. Baja California Sur se encuentra en proceso de crecimiento, son contados los creadores teatrales en movimiento; gran parte del gremio vive de otros trabajos porque también sufrimos la carencia de públicos y falta de estrategias claras de difusión. Aunque este año veo un cambio de visión: se tiene planeado hacer un Festival del Día Mundial del Teatro y otras actividades para que no sean solo eventos aislados, sino que exista una plataforma de teatreros más sólida.
La única complejidad que considero importante, más allá de lo económico o de diferencias creativas con los colegas, es el reto con uno mismo. El compromiso, la confianza, la autoestima, valorar el trabajo propio, han sido de los elementos que más me han costado. En cuanto a los retos del país… no estoy seguro si pecare de optimista pero creo que avanzamos a pesar de la corrupción, la falta de apoyo en algunos estados, la carencia de calidad e incluso la ausencia de productos o público. Las redes sociales nos han abierto un panorama magnifico: antes no sabías que sucedía en el sur o el centro hasta no estar allá.
Se han concretado proyectos y los grupos siguen funcionando y dándose a conocer en nuevos medios ante los ojos del público. Es por ello que a pesar de las deficiencias que pueda haber en lo particular, en general estamos creciendo.
Recomiendo el trabajo de Laura Castro, actriz coahuilense, y el de Juan Camarena y Citlalmina Muro, gestores del espacio Teatro Conejo Blanco, en Cuernavaca, Morelos.