Crear desde el sureste representa un gran esfuerzo. Sobre todo en Campeche, ya que la mayor parte de los talleres, cursos y diplomados se encuentran en Yucatán. Hay que buscar oportunidades fuera del estado para poder continuar con una preparación artística.
Escribo a diario durante diez o veinte minutos, por las noches, pero paso la mayor parte de la noche investigando, leyendo y viendo películas.
Durante el día trabajo en una librería, ya que en México no se puede vivir del arte. Creo que la mayor dificultad para un artista joven es no tener el tiempo suficiente. Como no se puede vivir cien por ciento del trabajo artístico, tienes que ver de qué manera sobrevivir. Además, los apoyos o becas culturales siempre se entregan entre las mismas personas.
Me parece que al arte mexicano tiene buenos exponentes; sin embargo, tengo la impresión de que está centralizado. Las mejores escuelas están en el centro de la República, y eso muchas veces vuelve homogéneos los resultados creativos.
En lo personal, trabajo estrechamente con las nuevas tecnologías para la captura, producción de video y sonido, y creo firmemente que ahora es más fácil hacer cine con todas estas herramientas que tienen un costo muy bajo. Por este motivo pienso que la tecnología está cambiando y revolucionando la forma de contar historias.
Existen dos artistas mexicanos de mi generación cuyo trabajo quisiera recomendar, ambos hacen cine y video: Jazmín Ramírez Medina y Héctor M. Aguilar.