Tierra Adentro

Tierra Adentro 185. Noviembre de 2013

En este número de Tierra Adentro conversamos sobre literatura infantil, para argumentar que quizá el adjetivo “infantil” sale sobrando. Rendimos homenaje a la labor editorial de la Universidad Veracruzana y a La palabra y el hombre. Carlos Velázquez escribe poesía desde Torreón, Matías Moscardi, desde Buenos Aires y Ander Monson, desde Michigan. Alejandro Badillo nos tiende una emboscada. Eso y el espectacular arte de humo, cera y miel de Sabino Guisu, en Tierra Adentro 185.

Esta edición web es una versión extendida de la revista impresa, con materiales adicionales.

Video especial

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Destacadas figuras de la literatura infantil y juvenil comentan diversas aristas de este fenómeno desde su perspectiva como autores, ilustradores y editores.

Reseñas

Escribir un libro acerca de la construcción de ciertas personalidades poéticas es un asunto complicado y leerlo puede no ser placentero.

“Numerosos templos de la India nos recuerdan solemnemente la obscenidad que tenemos en el fondo del corazón”.

En Alas, novela que critica la sociedad monoteísta y ortodoxa de la Rusia postsoviética, Mijaíl Kuzmín ejercita una apología la libertad de amar en la que predomina el diálogo como forma.

Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972) es, sin ninguna duda, uno de los autores mexicanos que con mayor consistencia se han acercado al lado oscuro de la narrativa fantástica.

Naturaleza impercedera

Trabajo con miel y ahora tengo un proyecto en el que uso hojas de tabaco. Tal vez no lo parece, pero son materiales de carácter duradero. La miel no se descompone ni se pudre, sólo se cristaliza y se derrite, materiales de la naturaleza que no se degradan sino que sólo cambian de forma. En mi obra hay un cráneo formado por celdas hexagonales hechas por abejas. Lo logré poniendo en él hormona de abeja reina y la dejé en un apiario. Así la hice colectiva demostrando, en la humildad de este proceso, lo complicado de nuestra inconsciencia sobre lo que sostiene realmente el planeta en tareas a las que no prestamos importancia.

—Sabino Guisu