Revista Tierra Adentro núm. 98
Ciencia y cultura del volcán
Junio-julio de 1999
80 pp.
“Aquí Dios se detuvo,/ se detiene,/ se abstiene de sí mismo, se complace”. Tal dice Jaime Sabines (1926-1999) en los postreros versos de su poema “Las montañas”. Se refiere el poeta a esos milagros de la altura, lo más cerca del cielo; a esas masas “de árboles y de agua, / de una luz que se toca con los dedos”. Altura lírica, en la orografía cultural mexicana, el gran poeta chiapaneco falleció en la ciudad de México el pasado 19 de marzo, cuando esta entrega de Tierra Adentro se encontraba prácticamente lista. Aquí, entre las montañas y los volcanes, nos acompaña, en anticipo del próximo número de nuestra revista que, de manera amplia y múltiple, le dedicaremos en homenaje.
Julio Glockner, acucioso investigador y autor del libro Los volcanes sagrados, señala que “el culto a los cerros, volcanes y montañas ha sido una costumbre universal asociada a un primigenio afán humano por vincular la tierra con el cielo, por acercar el mundo de los hombres al mundo de los dioses”.
Entre los accidentes geográficos, los volcanes son de los más admirados y temidos, pues su violencia, muchas veces devastadora, inspira aprensión pero también respeto y reverencia. Los volcanes tienen que ver con la catástrofe, con la violencia natural, con el desastre, pero también con la fertilidad y con la belleza; de ahí que a lo largo de la historia humana hayan ejercido, y sigan ejerciendo, una especial atracción y fascinación. En torno de ellos se ha tejido una serie de leyendas populares vivas y actuantes y se han creado obras perdurables en los diversos campos del arte: literatura, pintura, escultura, música, danza, fotografía, etcétera.
En una obra teatral reciente, y a propósito del Volcán de Colima, Emilio Carbadillo hace hablar del siguiente modo a uno de sus personajes: “El volcán. Ya lo estás conociendo. Aquí está, puesto, grande, precioso, con el humo que sale como una nube. Pero te hace temblar. Llueve ceniza y, claro, es bueno lo que llueve, fertiliza la tierra… Hasta que se revienta y escupe fuego”.
En el presente número abrimos las páginas de Tierra Adentro a una parte de la ciencia y la cultura relacionadas con el volcán, con los volcanes, y al tiempo que penetramos, muy particularmente, en la historia y en las erupciones recientes del Volcán de Colima, nos adentramos, así, en una región cultural específica: la que conforman las ciudades y los pueblos de Colima y Jalisco aledaños a las faldas de este volcán; región ésta que hadado a la cultural nacional, cumbres humanas de la talla de José Clemente Orozco, Juan Rulfo y Juan José Arreola.
Complementamos estas páginas con una celebración: la del sabio alemán Alexander von Humboldt (1769-1848), naturalista que, entre otras múltiples contribuciones, fue pionero en el estudio de las cordilleras y los volcanes. El 6 de julio de 1999 se cumple el bicentenario de su llegada a América.
Recordamos, asimismo, al poeta y narrador nayarita Amado Nervo (1870-1919), gran presencia de la cultura del occidente de México, en el octogésimo aniversario de su muerte.
En la realización de este número, agradecemos el apoyo y la colaboración de las Secretarías de Cultura de Colima y Jalisco (instancias organizadoras del Primer Festival del Volcán), el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Observatorio Vulcanológico de la Universidad de Colima.